«Aplica una lupa a cualquier familia y descubrirás cosas extrañas en el armario»
Estos días ve la luz 'El Hijo de Brian Jones' una novela sobre la que sobrevuela la muerte del guitarra de los Rolling Stones, Brian Jones, y que le sirve a Ferrero para reconstruir los trozos de los dorados años 60 a partir del encuentro entre un supuesto hijo que Jones tuvo con una española y el vástago del jardinero que cuidaba la casa donde murió el músico.
-¿Es usted de los que piensa que Brian Jones era el auténtico espíritu de los Rolling Stones?
-Bueno, pero no es que lo piense yo, sino también, entre otros, el que fuera bajista fundador del grupo, Bill Wyman. Para muchos fue quien le dio entidad a la banda con su guitarra en toda la primera época y dominaba más instrumentos que sus colegas, que, por cierto no dominaban ninguno (risas). Y fue también clave hasta que empezó su declive hacia el año 1966, que es evidente. Pero igual de evidente es que el manager del grupo optó por promover e impulsar más la pareja Jagger-Richards, dejándole a él al margen.
-¿Fue en su opinión una de las razones de su caída?
-Fue una de ellas. Le generó una gran inseguridad que estuvo en el origen de ese declive: su último año fue directamente ingobernable en todos los sentidos, que se remató cuando vio cómo el grupo prescindía de sus composiciones.
-Se ha definido su novela como una ópera pop o rock, ¿está de acuerdo?
-Lo de la ópera rock o pop, referido a la novela, es porque tiene una cierta estructura en esa línea, musicada a partir de ejes temáticos, como el del agua en sus múltiples formas, algo que envuelve la acción, recordándonos que, junto al mundo que conocemos, hay otro sumergido, en las almas y las personas, pero también en las sociedades y en las ciudades.
-¿El sueño de la juventud eterna fue el que destruyó aquella generación que vivió tan intensamente los años 60 del siglo XX?
-Destruyó a los más frágiles y también a los que menos se protegían. Ahí siguen los demás, entre ellos, el resto de los Stones, una empresa con una longevidad que da qué pensar en estos tiempos. Hay muchas 'piedras' y personas que en la vida ruedan y ruedan y nunca se rompen. De todas formas, no creo que el sueño de juventud sea algo exclusivo de esa época; lo que es seguro es que empezó entonces, en aquellos años, a ser un problema.
-¿Por qué?
-Por la sacralización de la juventud en todos los sentidos y por lo que conllevaba ser joven entonces. En aquellos años se convirtió poco menos que en una clase social con poder, sobre todo para consumir; se creó hasta un mercado exclusivo de productos específicos para ellos y todo eso ha continuado y se ha prolongado hasta este presente donde mantenerse joven sigue estando sacralizado aún más si cabe. Aquella obsesión por lo joven se ha agravado hoy hasta niveles bastante patéticos.
-¿Y piensa que ese culto devoró también a Jones?
-Yo creo que tanto él, como otras figuras, han sido víctimas del éxito prematuro. El éxito prematuro es muy destructivo, sobre todo unido al dinero. Dicho esto, todos deberíamos preguntarnos, yo el primero: ¿qué hubiese sido de mi vida de haber sido millonario a los 23 años? Prefiero no imaginarlo.
-¿Los hijos de aquella generación pagaron ese modo de vida, sus padres no estuvieron a la altura o fueron ellos el fruto real de aquellos años de libertad?
-La novela no pretende hacer juicios morales en ese sentido. En primer lugar porque la familia es una máquina que funciona siempre; sí, pero estropeada. Aplique una lupa a cualquier familia, desde la más amable a la más mezquina, y descubrirá enseguida cosas extrañas en los armarios.
-¿Y cómo sortean sus personajes eso en su novela?
-Moverse en esta vida sin demasiadas brújulas, sobre todo las heredadas de la figura de los padres, te puede hacer más frágil y oscilante, pero también te puede dar una seguridad añadida porque te tienes que construir a ti mismo: eso es lo que plantea la novela.
-¿Tal y como hace Alexis, el hijo de Brian Jones, en la novela?
-Alexis se convierte en la novela en la cristalización extraña de todos los ideales de la época de sus padres: una cierta idea de fraternidad, de bondad, de las buenas vibraciones de entonces, de la libertad, el amor.. Pero, ojo, en todo eso también subyacen consecuencias de un trato inadecuado durante periodos cruciales de su infancia, como le ocurre a Alexis. El narrador no lo dice, pero el lector lo puede sospechar. Alexis es alguien que se abre a la vida con una inocencia y una generosidad como solo puede tener el que ha vivido mucho tiempo en la oscuridad.
-Contrapone en el relato el Nueva York de los 90, con descripciones de la vida en la ciudad, con los de aquel Londres de los años 60.
-Se trataba de contraponer la juventud de padres e hijos. La elección de Londres y Nueva York no fue un capricho cosmopolita, sino una necesidad impuesta por la ficción
-¿La muerte de Brian Jones le marcó especialmente más que las de gente como Jimi Hendrix, Janis Joplin o Jim Morrison?
-Sí. Fue como partir en dos un espejo y tuvo para todos ese significado: algo se ha roto en el paraíso de forma irremediable, y ya veremos si se podrán volver a reunir los trozos alguna vez. El accidente, por imprevisible, es siempre en la vida una llamada de la realidad, que interrumpe ese mundo que te has construido en apariencia sin frustraciones, ni peligros externos y que te creías que controlabas.
-¿Cómo cree que afectó su muerte a los Rolling Stones?
-Fue una desgracia para ellos aunque no lo quisieran aceptar, porque le acababan de echar de la banda. Marianne Faithfull llegó a decir que Keith Richard reaccionó ante la muerte de Brian Jones convirtiéndose en Brian Jones. Fue su primera crisis como grupo, a la que luego hubo que añadir, en mi opinión, y desde un punto de vista estrictamente musical, la posterior desaparición de los Beatles, que funcionaban como rivales para estimular su creatividad.
-Fue una muerte extraña, en la piscina de su mansión, y sigue dando juego, incluso en su novela.
-Creo que en la novela, tras darle muchas vueltas y leer todo lo que he podido, escenifico y planteo una situación bastante parecida a lo que debió ocurrir aquel día: es evidente que hubo gente que le vio morir y que tardaron en llamar a urgencias. Encima, va y se ahoga el día que inauguraba su nueva y flamante casa. Era lo del Titanic.
-La conexión española con aquel Londres de los 60 se limitó a suministrar la droga ¿qué simboliza eso para usted?
-Que los españoles pertenecemos al 'cuerpo turco de camellos y dromedarios' (risas). El libro más importante sobre aquella época es el que escribió su camello, Tony Sanchez, 'Up and Down with Rolling Stones'. Fue un personaje fascinante al que estuve a punto de conocer. De hecho, la primera versión de esta novela nació tras leer aquel libro. Le llamaban 'Spanish Tony', era hijo de republicanos españoles exiliados en Londres. Marianne Faithfull, que le odiaba, habla de él en una canción, 'Lady Madeleine' donde no le deja bien que digamos. Fue el principal 'camello' de los Beatles y los Stones, nada menos.
-¿Qué cuerpo se le ha quedado a usted después de esta novela?
-Creo que tiene un punto de tragedia griega que me gusta traer a la actualidad. De ahí ese aire como de leyenda con semidioses del rock, personas normales y la vida de varias mujeres. Aunque no lo parece, ésta es una novela de mujeres.
-ARTURO GARCÍA, DIARIO VASCO-