Es un reconocido local de Gijón regentado por quien lleva muchos años en la hostelería y ha trabajado en otros locales de Gijón, muchos de los cuales disfrutaron el éxito largo tiempo; uno, que va teniendo años, recuerda especialmente el jamón y el vino de aquel pequeño figón que con el tiempo dejó un poco, de ser lo que era. En la fotografía de la entrada, tomada de Google, no está colocado el banco que tuvo su razón de ser para habilitar cierto espacio que permitiese cumplir la ley antitabaco. La pizarra se vio desplazada hacia la puerta y un banco corrido con ceniceros cubría las necesidades de los fumadores a la vez que permitía no permanecer de pie mientras se consumía un cigarrillo. Pues bien, pasando por delante del local el otro día, anunciaba que se le había impuesto una sanción de seiscientos euros y consecuentemente, prohibido fumar en el banco en cuestión. Después de sufrir una de las leyes más restrictivas de Europa, que hizo un daño irreparable a la hostelería en este país unida a la crisis que asola occidente, la autoridad competente, la que sea, aplica la normativa al límite de sus exigencias, dañando innecesariamente los intereses de un pequeño negocio. No tengo noticia de que se multe a los fumadores por no utilizar las papeleras específicamente destinadas a este efecto, para el depósito de las colillas, ni se mira con lupa la legalidad de ciertas terrazas encaminadas a facilitar el consumo de tabaco, pero sí, al parecer, se ha sancionado a un hostelero tradicional de Gijón por permitir el consumo de cigarrillos en un banco colocado en la calle. Bueno, no en la calle, porque en tal caso la autoridad municipal hubiese impedido su uso por situarse en la acera a menos de setenta y cinco centímetros de la fachada y también hubiera exigido el pago del impuesto correspondiente; por eso, porque el banco estaba fuera del local, pero no en la calle, se sancionó a un profesional que cumplía más que sobradamente con la normativa para la defensa de los derechos de los no fumadores y se hizo un daño irreparable a la escasa libertad de los apestados consumidores de tabaco en particular y a la hostelería en general. Una vergüenza.