La sal de la tierra (The Salt of the Earth), Brasil 2014

Publicado el 10 septiembre 2014 por Cineinvisible @cineinvisib

Nadie mejor que Wim Wenders, aficionado pegado a su cámara Leica durante años, para realizar el retrato más complicado posible, el de Sebastião Salgado, uno de los mejores artistas de la historia de este complicado y sutil arte de la fotografía. Si la filmografía del cineasta alemán se ha alimentado de personajes errantes o perdidos en medio de la nada, ante el célebre fotógrafo brasileño, el director tenía, en carne y hueso, al hombre que encarnaba a la perfección la búsqueda de muchos de sus protagonistas.Sebastião Salgado llevaba entre las manos un proyecto de documental con su hijo, Juliano Ribeiro Salgado, desde hacía mucho tiempo. Sin embargo, en un momento concreto ambos sintieron la necesidad de añadir una tercera visión externa a su particular reacción paterno-filial. La invitación lanzada al cineasta, Wim Wenders, fiel admirador y coleccionista de la obra del fotógrafo, fue recibida de inmediato como un regalo caído del cielo.  De hecho, antes de pasar revista cronológica, durante los últimos 40 años, de cada gran proyecto del fotógrafo, Wim Wenders comienza su documental con la primera fotografía del artista que integró su colección privada, explicando la fascinación que su obra le había causado desde su primer contacto con ella.Si bien la presentación ordenada en el tiempo es la opción clásica en un documental, el método estético de mostrarla en pantalla resulta hipnótico. Las fotografías, imágenes fijas en la gran pantalla, frente el artista en la oscuridad que, a través de sus narraciones, crea el “simbólico” movimiento del otro arte, el cinematográfico (vistas en movimiento).Y, de vez en cuando, momentos extraordinarios elegidos con sabia inspiración, la iluminación resalta el rostro de Salgado, mezclado en la gran pantalla, casi en fusión, con sus obras, convirtiéndose así en un verdadero protagonista de cine que nos narra sus peripecias por el vasto mundo.  Por otra parte, atravesar la historia de la humanidad de los últimos 40 años de la mano de Sebastião Salgado debería ser declarado de utilidad pública. Desde 1982 con Les Hmongs, en colaboración con Médicos sin fronteras, pasando por las series de Otras Américas, La mano del hombre, Terra, Éxodos, el artista siempre ha sabido retratar los conflictos con la distancia justa y resaltar la dignidad de cada individuo, incluso en las situaciones más delicadas y miserables, porque posee la mirada más humana del siglo XX.El problema radica en que cuando se ha asistido a muchos de los conflictos, las hambrunas y las guerras más dramáticas de la historia, viviéndolos en directo, es casi imposible no perder la esperanza en el ser humano. El documental, compendio de imágenes sublimes, profundas reflexiones e, incluso, algunos momentos más relajados (el oso blanco es otro de los protagonistas del film), se convierte en su parte final, casi en un thriller metafísico, centrado en cómo recuperar la fe en el hombre.Este documental, justificadísimo Premio Especial del Jurado en la sección Un Certain Regard del Festival de Cannes, es uno de los momentos más intensos del año cinematográfico e, incluido en la sección Perlas de la próxima edición del festival de San Sebastián, resulta muchísimo más que una grata sorpresa.