España necesita un terremoto que la regenere porque todos los caminos actuales del sistema no tienen salida. España vive en un bucle terrible: ciudadanos sin ilusión, políticos sin altura, moral desaparecida, ausencia de democracia y un deterioro tan brutal de los políticos, los partidos y las instituciones que, aunque no se admita públicamente, todos sabemos que el mal de España no tiene cura, salvo que se hagan trasplantes de emergencia y se sustituyan los actuales políticos por otros que sean demócratas y decentes.
El terremoto que España necesita no es una utopía irrealizable porque ya se produjo el Italia, donde los partidos corrompidos fueron precintados y desaparecieron, siendo sustituidos por otros de distinta factura, mientras el mismo Estado y la ciudadanía se renovaban.
El problema de España es que los partidos, aunque estén podridos y sean rechazados por buena parte de la sociedad, conservan demasiado poder y muchos votantes tan fanatizado se inconscientes que votan a sus propios verdugos.
Salvo que la presión popular sea tan masiva e intensa que meta miedo a los políticos, el sistema va a resistir décadas porque está muy bien guardado por policías, jueces y periodistas, que son los verdaderos defensores de la falsa democracia. En Italia, los jueces tomaron la iniciativa de la regeneración y arrastraron a la prensa, las fuerzas del orden y a los ciudadanos, lo que provocó el terremoto libertador.
El único camino para la regeneración española no pasa por las urnas, sino por la protesta masiva de los ciudadanos y por un rey que tome conciencia del desastre y tenga el valor de empujar el sistema para que termine de caerse y se abran las compuertas de la necesaria regeneración.
Francisco Rubiales