Sándwiches (o sanduches como se les conoce en la mayor parte de América Latina, de donde provienen sus propietarios) de otro nivel. Emparedados gourmet donde los haya y no porque se compliquen demasiado en exóticos ingredientes, salsas imposibles o trampantojos, no. Bocadillos clásicos, internacionales sí, y con ciertas dosis de creatividad, pero con el protagonismo de las fórmulas globales más conocidas y el sabor porque, hay que reconocerlo, están buenísimos.
A veces, lo simple es lo más innovador, y en este caso lo han demostrado los venezolanos Luis Criscuolo, Alfredo Romero y Pablo Azpurua, tres amigos que han cruzado el charco y conocido aquí el éxito entre dos panes rellenos de buena materia prima. Esto es La Sanducherie y os invitamos a conocerla.
Es un local pequeño, muy pequeño, en la animada calle Santa Teresa. Pequeño pero acogedor, colorista, alegre. De esos que apetecen al pasar por su puerta.
En su interior, apenas una reducida cantidad de mesas bajas en bancada y algunas altas enfrente. Al fondo, una barra para el servicio y, más allá, la cocina, de la que surge una carta repleta de las distintas variedades de bocatas en compañía de algunas ensaladas que potencian lo “healthy”, unos tequeños que son un guiño al país de origen de la propiedad y unas fantásticas patatas fritas caseras, básicas o con aceite de trufa, deliciosas.
Entre los principales, no esperes nada que no sean sándwiches, el nombre te lo dice todo. No te preocupes, no necesitarás más. Ahora bien, en la larga selección encontrarás para todos los gustos. Leerás algunos de renombre “yankee” como el “Philly Cheese Steak”, el de “Pulled Pork” o el Cubano (toma buena nota de este). Todos tienen algo propio, algo que se añade a la receta estándar, aparte de unos componentes seleccionados y tratados con mimo, lejos de la comida rápida. Pueden ser las salsas especiales de la casa, panes recomendados (a elegir entre focaccia, chapata o brioche) y otros aderezos caseros. Pomodoro, entrecot de ternera o pollo thai son otros disponibles.
En el apartado líquido, nada más digestivo o que abra más el apetito que un buen cóctel preparado al momento de una lista de más de una decena. Se pueden tomar junto con el postre, pequeñas raciones o vasitos (se agradecen las dimensiones) de tarta de queso, de limón, de caramelo y chocolate o una marquesa, típica también de Venezuela, a base de chocolate y galletas María. Los mismos cócteles alargan las noches hasta las 2AM los fines de semana a la vez que sube el volumen de la música y baja la luz para disfrutar las primeras horas de la madrugada entre amigos… y panes.
Precio medio: 10-15 euros
Santa Teresa, 1
917 00 27 02