LA SANGRE BROTA (Pablo Fendrik, 2008)

Publicado el 26 septiembre 2016 por Julia

El mundo de La sangre brota no es un mundo feliz, es un mundo de urgencia, de necesidad, de insatisfacción, un mundo al borde la catástrofe en el que las cosas se viven al límite, sin medias tintas, a todo o nada. Es un mundo de clase media, sí, pero de la clase media tal como quedó después de la década del noventa, una clase casi fantasmal, degradada, que ha perdido sus privilegios y sólo tiene un recurso a su alcance,  el recurso de la violencia. A esa clase de mutación, todavía anclada en ciertos hábitos del pasado, pero ya herida de muerte pertenece el héroe de La sangre brota. Un padre de familia que maneja un taxi pero vive todavía en una casa burguesa, y está casado con una mujer que, para redondear los ingresos familiares, da clases de beadle a gente que no siempre puede pagarlas. Todo es frágil, precario, incierto y en ese contexto irrumpe la urgencia que pone en marcha la película: hay un hijo que vive en Estados Unidos y está desesperado, necesita dinero para volver, su padre tiene veinticuatro horas para conseguirlo.El segundo largometraje de Pablo Fendrik tiene la ansiedad, los sobresaltos y la lógica irreversible de una cuenta regresiva. En La sangre brota nunca se puede volver atrás, no hay posibilidad de corregir ni de arrepentirse; hay que huir siempre hacia delante, a todo precio.Como Magnolia (de Paul Thomas Anderson) o como Amores Perros (de González Iñárritu) el film de Fendrik es un film coral, hecho de trayectorias que se disparan, se cruzan y se destruyen. Su drama es el drama de una clase que ya no se reconoce a sí misma y se abandona al delito, la violencia y la marginalidad.



Presentación realizada por Alan Pauls el 15 de diciembre de 2010 en el ciclo Cine independiente argentino en Primer Plano I.Sat.Transcripción del siguiente enlace audiovisual: https://vimeo.com/17639602