La sangre del dragón

Por Siempreenmedio @Siempreblog

Nunca había visto la savia de un drago. Quizás porque siempre los observaba majestuosos, en pie, invencibles. Pero el otro día me vi inmersa en el traslado de uno de estos ejemplares y, de forma inevitable, un trocito de su corteza sufrió una herida. Me contaron que los ancianos la llamaban la sangre de los dragones, así que me puse a buscar en Internet si correspondía esta creencia a alguna historia mitológica. Y resultó que sí. Al parecer, el gigante Atlas mató al dragón guardián del Jardín de las Hespérides y de cada gota de sangre que cayó en el jardín, creció un drago.  Pueden encontrar más información en este enlace de hispanismo.org.

Cuando el drago sangró sentí una sensación extraña, un dolor, como si el árbol estuviera demostrando que sí, que la vegetación vive, que padece, que siente alegría y pena. Los guanches creían que el drago tenía propiedades mágicas y, de hecho, se han estudiado los beneficios de la savia de este árbol para cicatrizar heridas. La próxima vez que vea un drago, intentaré llegar a su base y darle un fuerte abrazo, para que la sangre del dragón no se derrame de nuevo.