La sátira
Que me perdone mi cuate Xavier González Fisher, aunque él me entiende, cuando pienso que no hay que hacer caso a lo que pasa allende los mares, ya que a lo que allí juegan poco tiene que ver con el toreo, si excluímos la parte más degradante del espectáculo, que como buen cáncer, aparece en cualquier célula con vida, por chocha y aislada que esté. Si no hay Toro -ni el miedo, ni la verdad, ni la emoción que conlleva-; si la torería está por los suelos y la afición está saliendo aficionada a aplaudir como focas cuando le dan su sardina en forma de estatuarios o arrucinas, no queda nada más que plegar velas y aceptar, por segunda vez, que se ha perdido América. El declive del toreo en España es llevadero, pero aquello supera lo insuperable, es inaguantable, toda una vergüenza que sólo se taparía con una ILP antitaurina, como dios manda, antes de que la realidad destroce los grandes recuerdos de otro tiempo que inexorablemente fue mejor.
Desde antier llevamos escuchando las primeras lluvias del año, no en forma de H2O, sino de incombustibles elogios a la figura del July, que ha empezado el bisiesto montando un lío antológico y ¡adivínenlo! importante, en Manizales, con un corridón de Don Ernesto Gutiérrez. Viendo el vídeo, que aunque en él no se ve el "espiritu santo", como decía Paula, se tiene la percepción de que han convertido, de manera análoga a la filosofía antitaurina, el rito donde puede morir un hombre en mera banalidad. No había visto nunca -y eso que soy de Granada- un festejo en el que cada parpadeo de un torero, o de algo que se le parezca, sea despachado con un ole. Pues en Manizales pasa -y por una vez hablo en serio, no exagero-, tendrá que ser de Récord Guiness. Cómo no, cayeron orejas a mansalva, el premio al triunfador de tan triunfoso ciclo, para Julián; el ganadero a hombros; el hierro proclamado como triunfante de la feria y en el sexto, un indulto que es el pan nuestro de cada día. Una vergüenza elevada a los altares del arte por los mismos pofesionales con la conchabanza del público. Menuda sátira.
Juan Mora Juli y Bolivar por burladero_es
El sátiro
Y con todo esto, y con lo que lleva detrás a cuestas, el maestro, en vez de taparse y dejar que los revistosos se encarguen del marketing y la publicidad, que para eso los untan, se dedica a sacar pecho y regociarse en ese telegrama del siglo XXI que es tuiter, cuando la deshonra, más aún en el momento que va acompañada de la victoria, pide de luto, silencio y recogimiento.
Pero esta gente, el sátiro, visto está, el único "recogimiento" que entiende es el de firmas, para que sigamos subvenciónandoles la sátira.