‘’…pero las revoluciones, sobre todo para sus creyentes o entusiastas, son también mucho más que eso: son explosiones colectivas de protesta, con aspectos trágicos pero también festivos, que sustituyen el orden social y político existente por otro basado en principios como libertad, igualdad y justicia’’. José Álvarez Junco, ’Las revoluciones entenderlas o adorarlas’. El independentismo no pretende cambiar el orden social y político existente por otro, el process nunca fue diseñado para sustituir la jerarquización social catalana, ni la propiedad de los activos, el gran cambio pretendido es hacer absoluta su soberanía, manteniendo el sistema, pero gobernado en su totalidad por ellos, sin injerencia exterior, creando fronteras, y expulsando lo español del que consideran su territorio, su finca particular. Nadie dijo nada sobre sustituir a élites dominantes en las instituciones catalanas fueran deportivas, culturales, empresariales, mediáticas, productivas, comerciales… para dar paso a los manifestantes de las Diadas a dirigir esas instituciones. Nadie propone repartir riquezas, modificar la estructura productiva, colectivizar los medios de producción públicos y/o privados, ni se pretende nacionalizar los servicios públicos, ni siquiera se habla de tomar el control de las autopistas cuya concesión ya caducó hace años, no es este el objetivo.
Algunos hijos de familias burguesas, tradicionalmente participan en puestos dirigentes, pero en general los nuevos militantes, modernos pijos protegidos por el dinero público, son abogados y economistas, arquitectos, ingenieros, nuevas profesiones tecnológicas, curas y cargos eclesiásticos y de colegios religiosos, añadan, cargos de la administración y empresas públicas, periodistas en radiotelevisión y prensa, industriales y comerciantes medianos, propietarios de tierras en mayor número que grandes industriales, comerciantes y financieros… En las experiencias fascistas europeas, tanto en Italia, como en Alemania y España, la capacidad de ejercer el poder político y represivo apoyado por movilizaciones masivas, incorporó nuevos protagonistas en las relaciones de poder, y entonces como ahora, piden su parte de poder económico constituyéndose como nuevo grupo de élite entre las clases medias altas. El ascenso de cuadros medios en la estructura de mando independentista es visible en ANC, Ómnium Cultural, en la multiplicidad de organismos y asociaciones vinculadas al proceso, o en instituciones como Generalitat, Parlament, Ayuntamientos, Congreso de los Diputados… Las grandes corporaciones financieras, industriales y comerciales son más europeístas en sus intereses, por tanto más dependientes de los mercados internacionales, y estos hoy empujan hacia el apoyo a la UE, aunque es visible el interés de una parte de los poderes geopolíticos por debilitar Europa, -Rusia, Trump, ultranacionalistas europeos-, lo cual lograría la secesión. Aunque en grandes empresas haya ejecutivos independentistas, tradicionales o modernos, pueden mostrar simpatía a la causa para mantener el equilibrio, o bien se someten a las presiones políticas para apoyar en cuanto ven peligrar su posición por campañas mediáticas contra ellos. Pero, cuando la cosa se pone seria, son los grandes fondos de inversión, los gestores de las bolsas mundiales como Wall Strett, o los fondos europeos, quienes influyen en las grandes corporaciones, -Caixa Bank, Sabadell, Seat, etc.-