Que una serie se estrene con una primera temporada de éxito es, indudablemente, una gran noticia, pero también es algo que puede traer problemas de cara al futuro. La presión por mejorar (o, como mínimo, igualar) la calidad de los primeros episodios en una segunda temporada es muy intensa, los críticos y los propios espectadores juzgan con más dureza, y no han sido pocas las series que no han sabido reinventarse o han perdido el "factor sorpresa" y se han desinflado en sus segundas temporadas. Por suerte, ese no ha sido el caso de The Affair. La rompedora serie de Showtime no es solo que haya igualado la calidad de su primera temporada, lo cual ya tendría mérito: es que, además, la ha superado. Y con creces.
Han sido doce grandes episodios (algunos bastante mejores que otros, todo sea dicho) que he disfrutado como un enano, donde Sarah Treem ha seguido escribiendo con sensibilidad e inteligencia, dejando muchas ideas potentes por el camino que invitan a reflexionar. Aunque no todo ha sido un camino de rosas, claro está, y también ha habido algunos puntos mejorables, en general el resultado ha sido más que satisfactorio, y queda perfectamente sintetizado en este tuit:
Resumen de la sublime T2 de #TheAffair: Maura Tierney y Joshua Jackson toman fuerza hasta derrotar el bipartidismo. Tensión hasta el final.— Rubén Linde (@ruben_linde) diciembre 21, 2015
Porque sí: lo cierto es que, antes de estrenarse la segunda temporada, pude leer a varios críticos un tanto preocupados de que The Affair pudiera estar "estirándose" innecesariamente, opinando que el juego de las perspectivas ya había dado todo lo que podía dar de sí en su primera temporada. ¡Y nada más lejos de la realidad! La segunda temporada ha sido necesaria, fascinante, y ha enriquecido la premisa original de la serie. Los nuevos puntos de vista de Cole, y sobre todo de Helen, han gustado tanto que ha sido Maura Tierney (diva), y no Ruth Wilson, quien ha sido nominada este año a los Globos de Oro. Y muy merecidamente.
Pero... ¿dónde está la felicidad?
Noah y Alison comenzaron el affair por diferentes razones, aunque podríamos decir que ambos tenían un objetivo clave en común: construir una familia, alcanzar la felicidad juntos. Pero, ¿dónde queda esa felicidad, después de todo? "Esto parece un grotesco reality de mierda que nunca acaba", dice Helen muy agudamente en el episodio final, refiriéndose a la vida misma. Y razón no le falta. Las diferencias entre Noah y Alison pronto van quedando al descubierto pasada la pasión del affair veraniego, y estallan de manera espectacular en el quinto episodio, uno de los puntos álgidos de la temporada, cuando Alison lee la novela de Noah y descubre con qué ojos la miraba desde el principio.
Sarah Treem critica en este punto, como ya comento más extensamente en este artículo, la sobresexualización de la mujer: tal es la presión, que la propia Alison llega a cuestionarse qué está mal con ella, por qué tiene "ese efecto" en los hombres; por qué ven en sí misma algo que ella no está mostrando realmente. The Affair juega maravillosamente bien con esa idea: el contraste entre lo que nosotros creemos estar mostrando y lo que los demás ven en nosotros. Para The Affair nunca hay un término medio, nunca hay una una verdad absoluta, porque los ojos que miran nunca son completamente objetivos.
Con estas premisas tan corrompidas, no es de extrañar que la relación de Alison y Noah no fuera el "y vivieron felices y comieron perdices" que ellos pretendían. Los celos, las inseguridades, las diferentes metas que persigue cada uno, y un profundo desconocimiento de su pareja (la paternidad de Joanie solo fue la gota que colmó el vaso), han llevado la relación de ambos a explotar en el último episodio... ¿para terminar resurgiendo de sus cenizas? El último baile tan íntimo entre ambos, y la declaración de culpabilidad de Noah para proteger a Alison (y, especialmente, bajo mi punto de vista, a Helen) nos habla de una relación muy tóxica de co-dependencia, más que de amor puro. Porque de esa pureza, si es que alguna vez la hubo, ya no queda nada. Ahora solo prevalece uniéndolos el secreto de un asesinato encubierto, toneladas industriales de resentimiento y, además, una perturbadora obsesión de Noah, que tuvo desde el comienzo, por asesinar a Alison. ¿Él, muy en el fondo, realmente la culpa únicamente a ella por haberle alejado de Helen?
La tercera temporada, ¿la última?
La tercera temporada que se avecina tiene toda la pinta de que va a ser la última, aunque ni Sarah Treem ni Showtime se han pronunciando aún a este respecto. La historia parece que no podrá ser alargada mucho más, es cierto, aunque no deberíamos asumir nada antes de tiempo: como ya apuntaba antes, muchos espectadores dudaban de que la segunda temporada fuese necesaria, y mirad con lo que nos hemos encontrado. Tener más tiempo a Maura Tierney en pantalla era algo que tenía que dar buenos resultados sí o sí.
También apuntaba al comienzo del artículo que no todo ha sido un camino de rosas. La trama de Cole, aunque la he disfrutado como las otras (ha sido muy correcta), nunca me ha terminado de entusiasmar. Al comienzo de la temporada parecía que íbamos a tener para él una trama más jugosa, que su camino hacia la desesperación y la "locura" iba a seguir su curso (que se le iba a ir del todo la chota, así de claro), pero conocer a Luisa le salvó, le redimió en cierto sentido. Y, aunque oír ese "te quiero" en español fue muy dulce, su perspectiva, bajo mi punto de vista, sigue estando a años luz del interés que me despiertan las otras tres.
La trama del crimen, por otra parte, aunque también ha sido correcta, ha tenido algunos puntos que no han terminado de ser creíbles. Entiendo que ciertos hechos debían suceder por el "bien mayor", por hacer avanzar la historia, pero no me diréis que no exclamasteis "¡venga ya!" cuando el detective encontró la piedra que se le cayó a Alison en la escena del crimen. Que alguien me diga de dónde sacan los gringos a estos detectives, de verdad, porque la suerte que tienen no es ni medio normal.
Salvando estos detalles, la temporada ha sido de las mejores que he visto en 2015 (con el permiso de Hannibal, Mad Men y Scream Queens, por supuesto -sí, incluyo a Scream Queens en lo mejor de mi año seriéfilo y me quedo tan ancho-), y nos ha dado algunos episodios, como el de Acción de Gracias, que han sido absolutamente brillantes. The Affair ha sacado a la luz la mezquindad de sus personajes, sus sentimientos y pensamientos más íntimos y sinceros, e incluso ha derribado tabúes que son "sagrados" para los norteamericanos, como el concepto de la familia: Helen reconocía que a veces se cansaba de ser madre, y Noah declaraba que nunca quiso tener a Joanie. Por si fuera poco, también apuntaba que una cita no era más que "una entrevista para tener sexo". La sinceridad tan incómoda de The Affair, salvando las distancias, me ha recordado a la que transmite Girls. Si la tercera temporada mantiene esta tendencia y mejora la calidad de estos episodios, podemos esperar grandes momentos de lo que está por venir. Aunque será muy difícil mejorar el nivel, habrá que estar atentos. De momento, The Affair ha despejado todas las dudas y ha demostrado estar en plena forma.
¿Qué os ha parecido a vosotros lo nuevo de The Affair este año? ¿Noah os sigue pareciendo un capullo, o lográis entenderle? (Ambas respuestas son válidas)
Isidro López (@Drolope)