Gracias a la recomendación de Eloy Garrido he leído este verano La semilla inmortal. Los primeros capítulos, especialmente, nos aportan una cuidada selección de películas insertadas en el tronco argumental común del que proceden -la cultura clásica-. La presencia del mito de Jasón y los Argonautas en películas como las de Indiana Jones, o el rastro de la Ilíada y la Odisea en películas como Los mejores años de nuestra vida, El arpa birmana, Cuentos de la luna pálida. De forma ágil y amena Jordi Balló y Xavier Pérez despliegan un gran conocimiento del cine y articulan un discurso bien trabado con capítulos sobresalientes como el dedicado a la influencia en el cine de El jardín de los cerezos de Chejov. Esto me ha permitido descubrir películas que habían quedado ocultadas, por ejemplo, en la inmensa filmografía de directores como John Ford. Tal es el caso de Qué verde era mi valle, donde los autores encuentran el eco de los temas de Chejov trasladados a la clase obrera. Hay capítulos más trillados, como los dedicados a Madame Bovary, pero por lo general, a partir de este libro podemos volver a ver o descubrir películas teniendo más presente el semillero argumental del que proceden. Por eso es tan importante el conocimiento de los estudios humanísticos para tener una base sobre la que cimentar toda la cultura que necesitamos para vivir.