Henry Chinaski no parece un alter ego (un "otro yo") de Charles Bukowski, sino un reflejo casi especular del propio Bukowski. Leemos en "La senda del perdedor" la infancia y adolescencia de Chinaski (nacido con el charleston en Alemania, siendo testigo a los 7 años del "crack" del 29, llegando con 19 a aquel 1941 en el que Estados Unidos entró en guerra contra el imperio de Japón), esa infancia con un padre violento, con una madre sumisa, con el hallazgo de ciertos libros, y el refugio en ellos, y en la propia escritura. Todo eso nos parece verdad, que fue así, que Chinaski está hecho con la carne y la sangre de Charles Bukowski. La sinceridad de su prosa es tal que no sentimos que se trate de un escritor inventando una vida, sino que está narrando la vida propia, contándose a sí mismo. Y ésta es una constante en toda su obra: puede haber, y hay, mejores escritores, pero ninguno hay más sincero, y por esto le amamos.
"La senda del perdedor", de Charles Bukowski
Publicado el 21 julio 2015 por José Alfonso Pérez MartínezHenry Chinaski no parece un alter ego (un "otro yo") de Charles Bukowski, sino un reflejo casi especular del propio Bukowski. Leemos en "La senda del perdedor" la infancia y adolescencia de Chinaski (nacido con el charleston en Alemania, siendo testigo a los 7 años del "crack" del 29, llegando con 19 a aquel 1941 en el que Estados Unidos entró en guerra contra el imperio de Japón), esa infancia con un padre violento, con una madre sumisa, con el hallazgo de ciertos libros, y el refugio en ellos, y en la propia escritura. Todo eso nos parece verdad, que fue así, que Chinaski está hecho con la carne y la sangre de Charles Bukowski. La sinceridad de su prosa es tal que no sentimos que se trate de un escritor inventando una vida, sino que está narrando la vida propia, contándose a sí mismo. Y ésta es una constante en toda su obra: puede haber, y hay, mejores escritores, pero ninguno hay más sincero, y por esto le amamos.