María Dolores de Cospedal, por sus obras la conoceréis, es una mujer sensible. Muy sensible. Ha sido capaz de, en menos de tres años, destrozar la Sanidad Pública en su feudo: Castilla-La Mancha.
El hecho de que eligiera a Echániz como consejero de Sanidad –teórico de la privatización de la Sanidad— no hacía presagiar nada bueno. Y el resultado ha quedado claro. Su sensibilidad por la salud de sus ciudadanos ha quedado clara desde que subió al trono.
Trató de cargarse las urgencias de veinte pueblos. Afortunadamente la movilización ciudadana y la Justicia lo evitaron. Además no ha sustituido a ningún médico o enfermero jubilado o en baja, con lo que ha colapsado los ambulatorios y hospitales. Ha enviado a enfermos, para ser operados en clínicas privadas, a Comunidades Autónomas vecinas, con el fin de hacer disminuir las listas de espera que son insoportables y que durante su reinado se han incrementado un 100%. En los pasillos del hospital de Toledo han fallecido dos personas, esperando ser enviadas a planta. Y a los enfermos de ochenta años o más no les atienden en el hospital de Toledo, simplemente esperan que haya un hueco en un hospital geriátrico y les mandan para allá.
Como ven todo un récord, pero no, la hipersensibilidad para con sus ciudadanos de la reina de la peineta va más allá. Por ejemplo, lo que en Castilla-La Mancha han hecho con la dependencia es de cárcel de primera. Han vuelto a examinar a todos los dependientes para volver a asignarles su grado de dependencia. Como resultado,les han asignado, a la mayoría, una dependencia menor, bajándoles la prestación, retrasándosela cuando no se la han suprimido. El caso de el niño Jomián Leonel, gran dependiente, fallecido la semana pasado, es un ejemplo. Su familia tuvo que esperar años para que le reconocieran una pensión de 376 euros y sólo le han llegado a pagar un mes, el de diciembre. La madre tenía que adelantar el dinero y justificarlo con facturas, eso sí, le pagaban con tres meses de retraso. Esa es la sensibilidad de la Cospe y sus muchachos, que manejan a los dependientes como si les dieran limosna y no tuvieran derechos.
Naturalmente, es una defensora a ultranza de la nueva ley del aborto, esa que degrada a las mujeres y las cosifica, la que defiende el nacimiento incluso de los fetos con malformaciones. Como ven, en línea con las ayudas que escamotean o simplemente han suspendido para los dependientes. Por cierto que para que los médicos tomen nota de lo buena que es la ley Gallardón les han obligado a asistir a unas charlas “formativas” –yo diría que un sermón-- en contra del aborto, dadas por un cura.
En fin, como ven, una presidente que recorta en Sanidad y la privatiza “en beneficio de sus ciudadanos”, puesto que de esta forma les facilita el camino hacia su paraíso. Eso sí, dentro de poco para demostrar quién es, volverá a colocarse la peineta y la mantilla. ¡Faltaría más!
Salud y República