El viernes por la tarde vi pasar a gente diciendo que ya era hora de acercarse a ese viejo baúl que guardan lleno de cosas del abuelo. Se les veía cabreados, mosqueados y a punto de prender en llamas. Y casi que
Lo ocurrido el viernes habrá sorprendido a pocos. Es la evidencia de aquello que te rompe los esquemas para siempre cuando descubres que los sueños no son más que eso, sueños y que aquello de que todos somos iguales ante la ley no es más que un cuento para entretenernos porque, al final, Orwell tiene razón cuando en “Rebelión en la granja” dice aquello de “todos los animales son iguales, pero algunos más iguales que otros”. Pero eso ya nos lo sabíamos, ¿verdad?.
Lo del viernes no es más que el desenlace de algo que empezó, a pesar del sistema judicial, con “#LoDeLaRampa”. En realidad esta película va más allá del trinque del marido de una infanta que nos
Creo que todos esperábamos más sangre (puede que en el fondo nuestro subconsciente la pedía como si estuviésemos en un circo romano) y eso tampoco es la solución porque sería tan injusto como lo otro porque el Derecho Penal ha de ser riguroso (ilusión tadavía me queda) y no puede entregarse a la venganza, No hemos de olvidar que las magistradas, en este caso, han de basarse en los hechos probados que encajan en los tipos del código y sólo si encajan se sentencia y eso, os aseguro que no es nada fácil. Para entendernos, es como si montases un puzzle, sólo puedes poner las piezas que encajan entre sí, no vale a limar y recortar las piezas porque si las encajas a martillazos la cosa no es la misma.
Pero lo que resulta inevitable es que nos de por comparar a aquellos que robaron 80 euros y les cayó “la del pulpo” y lo que ha pasado este viernes. No somos expertos juristas pero si somos capaces de pensar que algo no parece oler bien si en una misma sentencia el que no tenía “sangre azul” ha cargado con más años de cárcel. No hablamos de la inocencia o culpabilidad. Es la apariencia, las formas, lo que nos hacen pensar que esto no funciona y nos hacen ver con mejores ojos hasta a la mismísima Pantoja. Así no vamos bien, de verdad.
El sentimiento de frustración, de pertenecer a la plebe en pleno siglo XXI ha alcanzado a demasiados como para que ahora los medios de comunicación al servicio del pensamiento dirigido nos intenten convencer de que somos iguales ante la ley. Hay demasiada gente convencida de que la Infanta llegó a