Apenas han pasado unos días desde que Game of Thrones despidió una de sus temporadas más controvertidas, espectaculares, torpes y, sobre todo, exitosas. Echo la vista atrás, repaso lo que ha sido, y me encuentro con muchas emociones encontradas. Ha habido grandes momentos –algunos de los mejores de la serie–, pero también ha habido, al mismo tiempo, historias y guiones mucho menos ingeniosos que de costumbre, sacrificándose en pos de la "espectacularidad" de grandes batallas que no se sostenían por ninguna parte.
Ese momento en que Jaime corre hacia Daenerys, ignorando el enorme dragón a su lado, y es salvado in extremis por Bronn, representa bastante bien lo que ha sido el conjunto de la temporada: "épica", intensidad y emoción... hueca, idiota y poco creíble a ratos, pero emoción al fin y al cabo. Y, aunque lo forzado del Jonerys, las expediciones mierder, los diálogos insufribles (Bronn haciendo chistes de penes, machorros y muy heterosexuales, cada vez que abre la boca) y demás torpezas, como personajes mal escritos (Daenerys poniendo en peligro a sus dragones por un mindundi, o Brienne soltando un "fuck loyalty!" desconcertante en ella), han sido un lastre, en general no se le puede reprochar a Juego de Tronos que la séptima temporada ha sido muy intensita, molona y nada aburrida.
¡Spoilers de los siete episodios!
No me importa admitir que una de mis grandes motivaciones para seguir Game of Thrones es Sansa Stark. Otros como Brienne de Tarth, Arya, el Perro, Theon, Yara y Tyrion también me parecen muy atractivos, pero por uno u otro motivo no han tenido demasiadas ocasiones para brillar realmente esta temporada a excepción de, por supuesto, momentos puntuales de gloria, como esa venganza inolvidable de Arya o el momento en que Theon decidió luchar por su hermana y, sobre todo, por sí mismo. Sin embargo, siento que no han profundizado lo suficiente en ninguno, o al menos no hasta el punto en que me hicieran pensar "vale, me encantas".
Hace poco mi compañero David escribía por qué considera a Sansa el mejor personaje de la serie, y creo que no le falta razón. Ella es, para mi gusto, uno de los personajes que ha tenido una evolución más compleja e interesante. Mientras que, por un lado, tenemos a los "grandes" como Jon, Daenerys y Cersei siendo estáticos y reafirmándose en sus esteriotipos (el hombre noble sin astucia, la mujer de buen corazón pero mala gobernante, la egoísta a la que
"Aprendo lento, pero aprendo", le espetó Sansa a Meñique... y esa es una gran verdad. Su viaje ha sido uno de los más estimulantes, y sus frases lapidarias ("no habrías sobrevivido a lo que yo sobreviví"), profundas y llenas de significado. Su historia es tan realista que duele: una mujer a la sombra, usada como moneda de cambio, que no encontró ninguna solución mágica a su cautiverio, y que dejó de ser una niña con ilusiones para transformarse en una mujer endurecida que conoció esa suciedad del mundo de la que su padre Ned Stark siempre trató de prevenirla. Más fría, más astuta que Jon; ella es, quizá, uno de los personajes que más capacidad ha demostrado como reina.
Que te la pela todo, que te la pela TODO
Si dejamos a un lado las flotas mágicas que nadie ve venir y perdonamos a la serie esos viajes exprés y saltos temporales que no se traga nadie ("son elipsis, hijoeputa"), lo cierto es que esta temporada ha podido, gracias a esas torpezas, posibilitar muchos reencuentros largamente esperados: Sansa y Arya volvieron a verse tras tantas temporadas –y All Bran, pero a nadie le importa ese pinche desagradecido–, Jon y Dany por fin se conocieron para vivir su forzada historia de amor (aunque bueno, va, son monos), Tyrion volvió a ver a Jaime en una escena que cortó el aliento y, en el finale, de nuevo, Tyrion, pero esta vez con Cersei, en uno de los momentos más duros y emocionantes de la serie. Porque Game of Thrones, cuando quiere, puede hacer las cosas increíblemente bien.
No he sentido, como decía, que las tramas esta temporada hayan sido ingeniosas. Un ejemplo perfecto de ello es la de Sansa y Arya: puede entenderse, pero siento que la forzaron demasiado para que concluyera en ese espectacular juicio sorpresa a Meñique. Pero... ¿qué nos ha aportado realmente ver peleadas a las dos hermanas media temporada? ¿Era necesario que All Bran y Arya restregasen a Sansa los "bonitos vestidos" que llevaba cuando la violaron y asesinaron a su padre? ¿La Arya auténtica habría despreciado así a su hermana? Entendedme: el plano final de Sansa y Arya, en que ambas reconocen quererse y, sobre todo, respetarse, a pesar de sus diferencias, fue bellísimo, pero siento que el camino hasta él fue demasiado forzado y no especialmente estimulante. Y así sucede con tantas otras tramas de Game of Thrones, que no son demasiado inteligentes, pero sí necesarias para llevar forzadamente la situación al punto "épico" en que los guionistas la quieren.
Y, sin embargo, a pesar de todo, momentos como la envenenada despedida de Olenna muestran el potencial y lo grandiosa que puede ser Game of Thrones. No es una de mis series favoritas, y desde luego no la voy a echar de menos, pero creo que ha entendido perfectamente cómo convertirse en el más puro y genial espectáculo, sacrificando las tramas más ingeniosas y "cocidas a fuego lento" de los viejos tiempos por la acción y la épica inmediata que demanda el público. Los resultados así lo muestran: esta temporada ha sido la más vista de su historia. Probablemente la octava y última temporada bata todos los récords mundiales. Y ahí seguiré yo, rajando de ella (de buen rollito) y disfrutado sus descomunales memeces y grandes aciertos. Y a Sansa, por supuesto.
Isidro López (@Drolope)