(Este post viene de aquí.)
Antes de comenzar a hablar de estas cosas, me gustaría dejarles claro que a mí me da igual que un político provenga del PSOE o del PP, (que la misma mierda es), de IU, del PA, de la Rosa Díez, o de la madre que los parió a todos, para hacerles una crítica y zurrarles convenientemente. A mí me interesa el Sevilla FC, su historia, lo cual no quiere decir que no sea una persona comprometida política y socialmente, que lo soy, y mucho, pero mi visión de esto en La Palangana Mecánica es exclusivamente sevillista.
Mercedes de Pablo es una política socialista, como si fuese pepera, me da igual, que escribió su librito antisevillista allá por 1982, en una época donde interesaba ser bético, especialmente para la supuesta izquierda sevillana, que necesitaba identificarse con todo aquello que les diese una imagen de salvapatrias populistas, emergentes desde las capas sociales obreras.
El manquepierdismo les vino al pelo a todos estos personajes. Lógicamente no podían ser del equipo ganador de Andalucía, no podía entrar en sus esquemas y proyectos políticos, debían ser de un equipo que diese la imagen de simpático, víctimista, dicharachero, perdedor, derrotista… todo un caldo de cultivo que cubriría muchas de sus expectativas políticas.
Todo esto llegaría en una época de transición, donde los militares hacía ya unos años que no campaban por el equipo de la Palmera, (mediados de los años 60 aproximadamente), algo que quedaba lejos en la memoria colectiva y que nunca interesó airear demasiado.
Pronto Felipe González, Alfonso Guerra, Pepote Rodríguez de la Borbolla, Luis Yáñez, Amparo Rubiales, Antonio Ojeda, Manuel Chávez, Emilio Carrillo y otros tantos políticos socialistas se apresurarían a declararse béticos y se apuntaron a la estrategia de que lo verde significaba ser andaluz, cuando no tuvo nada que ver y cualquier parecido sería pura coincidencia, incluso republicano “de los buenos”.
Alfonso Guerra llegaría a decir:
“…en Sevilla hay béticos y sevillistas y después están a los que nos les gusta el fútbol, que son del Betis,
porque el Betis representa la gracia del pueblo humilde…”
Ni qué decir que a Alfonso Guerra no le gusta el fútbol, lo ha dicho en varias ocasiones. Cuando el partido socialista llegó al poder y especialmente en Andalucía, el sistema de enarbolar la bandera de los “aficionados desheredados futbolísticos”, entre otras estrategias, funcionó a la perfección y no iban abandonarlo. Para ello lo apuntalarían desde Canal Sur, donde aparecen personajes como Tom Martín Benítez, Carlos Herrera, (el que parece que inventó el aceite de oliva por si no lo saben), y Joaquín Durán, que definirían las líneas maestras de la propaganda antisevillista y la línea editorial pro-bética.
Canal Sur Radio y Canal Sur Televisión, cometerían uno de los despilfarros públicos más sonados de los últimos años retransmitiendo la final de la Copa del Rey en 2005, cuando ya lo hacía una televisión nacional como Tele5, con cobertura en el prácticamente 100% de Andalucía; cosa que no se repitió, dicho sea de paso, ni en 2007 y por supuesto en 2010, ambas finales sevillistas, afortunadamente para todos los contribuyentes.
Y de entre ellos surge esta señora de la que hablamos hoy, que tardó tres segundos y medio en ideologizar y dotar de contenidos políticos sui generis a los clubes sevillanos, acomodando y amoldándose aquellos aspectos socio-políticos que le interesaban, omitiendo aquello que no le convenía, que fue casi todo.
Seamos claros, concisos y directos, sin más dilación. Mercedes de Pablo es una “engañabobos” de libro. De libro de consulta. Usted busca en el diccionario “engañabobos” y aparece su foto, porque además muchos se han creído lo que ha escrito. Es fácil escribir desde la popularidad por el poder de divulgación de una idea. Muchos son béticos hoy en día por la historieta de pobres enarbolando la bandera de la libertad, contra ricos opresores que nos ha contado esta señora, que ha llegado a crear incluso una alucinación colectiva, porque prácticamente nada de lo que dice es posible y susceptible de ser probado.
Mercedes de Pablo es una de los ideólogos de toda esta parafernalia que muchos béticos necesitaban creer para justificar y maldecir su mala suerte. Era necesario crear una situación, o una cadena de situaciones ficticias, donde la culpa de lo que ocurre en el equipo verdiblanco no la tuvieron el propio beticismo y sus dirigentes, sino que la tienen otros entes –conspirativos todos ellos y antibéticos- y muy especialmente el objeto de sus iras, su rival, el Sevilla FC.
Lo primero que llama la atención es que sea un libro pagado, parece ser, con fondos públicos. Tal y como podemos comprobar en su contraportada, está editado por el Servicio de publicaciones del Ayuntamiento de Sevilla. Pagar con dinero público un libro de este tipo, una vez más, supone dar cobertura política a las teorías que defienden y reafirmar dicha politización del fútbol sevillano, del que esperan obtener beneficios.
Tras un prólogo infumable de Torcuato Pérez de Guzmán, y aún así puede que sea lo mejor del libraco, entrevemos la ocultación de datos al lector durante toda el tiempo que es manifiesta. Por ejemplo, no interesaba de ninguna de las maneras que el Betis hubiese surgido de militares de rancio abolengo sevillano, (no tenemos nada en contra de la dignísima profesión militar, pero sí de los golpistas y es el caso), máxime en aquella época, cuando el año anterior a la publicación del libro, en 1982, sucedió el intento de golpe militar del teniente coronel Tejero. Así podemos ver cómo no existe la mínima referencia a la condición de militares de los fundadores del equipo verdiblanco:
La manipulación es tremenda.
Eso sí, que quede claro que los fundadores sevillistas eran “hijos de la clase bien”, ese pequeño detalle que no se le olvida a la señora concejala, y encuadra hábilmente a los chicos balompedistas como “burguesía acomodada y del terruño”. Vaya, que eran chicos con algún dinerillo en el bolsillo y sus padres tenían una parcelita en Alcalá a la que iban a veranear, pero poco más.
En realidad, los Wesolowski, los Del Castillo, los Hermosa, los Cuesta Monereo, etc. estudiaban todos en la Academia Politécnica, preparándose para ser militares, cosa que consiguieron a la postre llegando a altas graduaciones, lugar en donde se conocieron para fundar la Sociedad balompédica. Todos apoyarían en 1936 el golpe militar de Queípo de Llano y participaron activamente, durante y después.
Es que si no es así, no le cuadra la teoría, porque a ver cómo encaja esto después:
Es decir, sus directivos no podían pertenecer al bando ganador, (que lo fueron), porque si lo eran ¿cómo justificar el calvario por Segunda y Tercera División en los años cuarenta y cincuenta en plena posguerra? El Betis fue descapitalizado económica, deportiva y casi socialmente ANTES de la Guerra Civil, en plena República, como ya se ha demostrado en numerosas ocasiones.
El club verdiblanco aparece tras la guerra como nuevo, sin ninguna deuda, con buenos jugadores, con un estadio flamante, doblando el número de socios, gracias a las ayudas de las autoridades. Pero Mercedes de Pablo debía dibujar en el libro un Betis victimista y que se arrastra debido a la guerra, tirando de la épica de sus componentes “poresitos”, para volver a resurgir de sus cenizas.
Qué bonito y poético queda todo.
Una vez acomodada la teoría de que los béticos no rompieron un plato en su vida, dando muletazos por aquí y por allá, pasa a matar directamente, sin puntilla ni nada.
Tras leer esto, sabiendo lo que hay realmente y que pocas veces nos hemos atrevido a publicar aquí sobre lo que hicieron algunos de los malnacidos directivos béticos fascistas y falangistas, a uno le entran ganas de dedicarle algunas palabritas a la señora concejala.
Pero uno es un caballero.
“…Desarmado y vencido el equipo verdiblanco…”
Como si este equipo hubiese tenido alguna vez algo que ver con el bando republicano, usa las palabras del primer bando fascista que da fin a la guerra aplicadas al Betis, el equipo que recuperó a más jugadores tras la guerra, junto al Hércules, de toda España.
Por contra resalta los éxitos sevillistas en esa época, que solo se debieron a dos factores:
1.- Mejor aprovechamiento de sus recursos, al contrario que el otro equipo de la ciudad, antes, durante y después de la guerra.
2.- La despolitización interna sevillista, a pesar del destierro de Sánchez-Pizjuán a Madrid, con un presidente impuesto desde las esferas fascistas, con algunos de sus miembros directivos fusilados y exiliados.
Continuaremos en el Capítulo III descuartizando y desmenuzando el libelo.
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