Relega al programa a las madrugdas a partir del lunes.
A poca gente le ha colado la excusa de que Generación Ni-ni parte con la idea de reformar a unos adolescentes problemáticos y advertir de ese tipo de conductas a los televidentes. El escaso 4,4% de audiencia que tuvo la última entrega confirma las críticas que se venian escuchando desde la práctica totalidad de los medios (La Sexta incluida, más concreto de Ángel Martin) al respecto de la baja calidad del mismo.
Pero el debate se está enfocando hacia la falta de moral y buen gusto del reality en lugar de sus escasos valores como producto televisivo. Y digo yo ¿De verdad Generación Ni-ni es más escatológico que Gran Hermano? Ni por asomo. Lo que pasa es que Telecinco tiene ya mucha experiencia en esto de los encierros televisados y explota la fórmula con guiones cañeros y una realización y montaje más atractivos. Generación Ni-ni es simplemente un mal programa. Sin medios ni interés.
El golpe definitivo para que la cadena entierre el programa y sucumba a las críticas ha venido de manos de una supuesta agresión sexual por parte de dos concursantes masculinos hacia la chica Yanira, contra la que frotaron sus partes íntimas ante las quejas de ella. Y digo supuesta ya que no ví la última edición y el video ya ha sido retirado de Internet y prefiero mantenerme al margen de la culpabilidad de los chavales sin pruebas.
Pero los tiros no van por ahi. En diversos realitys de Cuatro o Telecinco hemos asistido a peleas, maltrato psicológico y relaciones sexuales explícitas sin que eso precipitara la desaparición de los espacios. Así que antes de enfocar la ira popular (cartas a Emilio Aragón publicadas en diarios e Intereconomia echando humo son ejemplos de ello) quizá deberíamos hacer un ejercicio de sinceridad y admitir que estamos dispuestos a ver mierda en televisión, siempre y cuando sea entretenida.
Una noticia vía Vertele.