La moción de censura a Mariano Rajoy fue un programa más de “Al Rojo Vivo” en la Sexta, con 131 minutos de monólogo de la diputada y portavoz Irene Montero que denunció todos y cada uno de los casos de corrupción real y supuesta del PP desde hace dos décadas, y que adormeció a sus seguidores pese a su Pasionaria excitación y enfado.
Pablo Manuel Iglesias fue más largo aún, un nuevo Fidel Castro que repitió iguales acusaciones y añadió datos de encuestas sobre la miseria que sufren los españoles según Intermon-Oxfam, oenegé que exagera tanto el malestar que pone a las clases acomodadas con si fueran menesterosas.
Para Iglesias Turrión el ejemplo de la buena gestión de Podemos en el Gobierno sería el de sus desastrosas “ciudades del cambio”.
Si fuera verdad que sus anteriores gestores robaban, como acusó, no se sabe a dónde van sus ingresos actuales, porque convierten mayoritariamente esas localidades en lodazales físicos y económicos.
Además, no aportó soluciones reales para el país, sino los deseos de las mises de eliminar la pobreza y traer la paz mundial: sus impuestos harían huir, primero, a los grandes inversores, después, a los pequeños ahorradores.
Lo que dejó claro el debate es que las televisiones son ya el Parlamento oficioso en el que los políticos de Podemos exponen todos los mediodías lo que presentarán en el Parlamento de verdad.
Lo visto y oído fue el programa “Al Rojo Vivo”, que cumplía hoy su número 1.588, solo que esta vez unieron todos los programas en un bucle en el que Iglesias Turrión y Montero repitieron los 1.588 programas, uno tras otro, en lo que parecieron miles de horas.
Mariano Rajoy les respondió con sorna: fue suficiente.
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SALAS