Si observamos la moral sexual en las parejas actuales, seguimos encontrándonos modelos clásicos, con algunos brillos de modas temporales. En las parejas, sigue existiendo el modelo clásico de sometimiento y de pertenencia. Algunas, aburridas de sus relaciones sexuales o afectivas, buscan emociones en intercambios, amantes temporales en un afán de no languidecer. Sin embargo, con el tiempo, lo que buscan no es lo que encuentran y tras un vagar de cuerpo, en cuerpo, de amor en amor, siempre se plantean qué falla en su vida de pareja. La sexualidad de la pareja, tiene altibajos porque las relaciones de pareja, suelen estar tocadas por una concepción infantil de las relaciones humanas. Con el tiempo, los hombres y las mujeres se acaban pareciendo cada vez más a los modelos infantiles que vivieron y reproducen los mismos pero de manera inconsciente, con las consecuencias que ello conlleva. El hombre tiende a reproducir con la mujer la relación de amor/odio con la madre y la mujer acaba reproduciendo la relación amor/odio con el padre y con la madre. La sexualidad del hombre, se constituye de manera diferente a la de la mujer. Lo cierto es que en el desarrollo psicosexual de la mujer, hay más posibilidades de accidentes psicológicos, tal que la mujer puede quedarse “ pegada” a la sexualidad de la madre y no salir de esa relación de espejo. Cuando esto ocurre, sus relaciones de pareja van a estar influenciadas por la ideología materna y por la lucha que la niña-mujer mantiene por salir de esa imagen en la cual queda atrapada. Esta circunstancia hace que la mujer viva su sexualidad de manera culposa porque cuando esto ocurre, la mujer no tiene cuerpo, porque su cuerpo está atrapado en el cuerpo de la madre. Esto le lleva, entre otras cosas a tener trastornos con su sexualidad: incapacidad para amar a un hombre, falta de orgasmo u orgasmos retrasados y a destiempo, frigidez, etc. ( Continuará )