La sharia en Libia: ¿Libertad para el pueblo?

Por Alejandropumarino

Corrieron ríos de tinta sobre las maldades del dictador Gadafi, con quien se abrazaron la práctica totalidad de dirigentes en este vieja Europa Occidental, adalid de libertad y democracia; se apoyó una revuelta en Libia para derrocar al gobernante, que de otro modo no hubiese pasado de simple escaramuza. Después, se dijo que el soporte dado a las fuerzas insurgentes era para defender la libertad en el país africano, sin que nadie se escandalizase.

La triste realidad es que el apoyo occidental a Libia se hace por el petróleo y el gas, y no por la democracia en la región, porque a los políticos europeos les importa un comino la salud social de su proveedor de combustibles fósiles; ahora resulta que las fuerzas revolucionarias imponen la sharia, la ley islámica, como base del derecho en el país, sin que los defensores de los derechos humanos pongan el grito en el cielo. Pasará a ser una nación en la que la mujer obligatoriamente deba cubrirse la cabeza, aunque no sea musulmana, en el que se prohibirá el culto a otras confesiones, donde se lapidará a las esposas infieles y se permitirá la poligamia. Todas estas cosas no preocupan a los defensores de la democracia, porque existe, o debe existir, algún tipo de acuerdo con el futuro nuevo gobierno para el suministro de petróleo o de gas a Francia y Alemania, y mañana, recibiremos en la Moncloa por parte del presidente de turno, al líder político religioso de un país en el que se pasan los derechos humanos por el arco de triunfo, y nos propinaremos mutuos besos y abrazos, mientras sigan con el mismo precio en sus suministros. Decir a la población que se defienden los derechos de los libios, es de un cinismo sin límites a la vista de lo sucedido, y una forma poco elegante de enmascarar la verdadera esclavitud que persiste en el siglo XXI con el agravante de la globalización: Hemos cambiado las localizaciones, pero no el sistema. Como decíamos hace pocos días respecto a la aparición de la supernova, poco hemos avanzado en dos mil años de historia