La Sierra de Chinchilla de noche

Por Guillermo Garcia-Sauco S. @guillesauco

El viernes pasado (12/06/2015) organizamos una quedada con algunos miembros del grupo de Facebook de Fauna y Flora de Albacete. Días antes, mi amigo Rafa Torralba me sugirió ir a la Sierra de Chinchilla una noche, a buscar arácnidos y otros animales, y por estar ya a las puertas del verano y debido a las recientes lluvias, la cosa prometía, así que a las 10 en punto de la noche nos encontramos a las afueras de Chinchilla de Montearagón. Desde el punto de encuentro, un parquecillo en la calle de la Fuente, podíamos oír en lo lejano la cantinela primaveral de sapos corredores (Epidalea calamita), y cuando ya estuvimos todos allí, nos dirigimos, cargados de linternas, frontales y cámaras, a los descampados resultantes de la destrucción de la Rambla del Cañaveral, donde se localizaban algunos charcos rodeados de vegetación ruderal. Entre las matas, se oía el cri-cri de los grillos, que cesaba cuando notaban movimiento cerca.

Primer animal observado en la excursión, una hembra de grillo campestre (Gryllus campestris).

Me sorprendió ver una planta que nunca había visto en Chinchilla pero que es bastante común en Albacete, la compuesta Pallenis spinosa.

Inflorescencia en capítulo de Pallenis spinosa.

Tras mucho buscar algún anuro, finalmente Jess divisó un ejemplar de sapo corredor en un gran hueco en la tierra.

Sapo corredor (Epidalea calamita), encontrado en las obras a medio acabar de la Rambla del Cañaveral. Porque la naturaleza, en los sitios destruidos por la mano del hombre, sigue intentando recuperar lo que es suyo.

Tras hacerle una sesión de fotos al anfibio, digna de una estrella de Hollywood, seguimos hacia el corazón de la Sierra con el coche. Aparcamos cerca del cuco, la famosa construcción típica de algunas zonas de La Mancha, que consiste en una gran estructura cónica de piedras y una pequeña entrada, que se utilizaba antiguamente como refugio para pastores o ganado o para guardar aperos de labranza, también se conocen como “chozos”, “cubillos” o “bombos manchegos”. Seguimos el camino hacia el Oeste, y allí empezaron a aparecer deseados artrópodos de diversos grupos.

Araña lobo (Lycosa hispanica), aunque por la curvatura de la primera línea de ojos, no sé si identificarla como L. fasciventris. Vimos muchos ejemplares, y esperábamos encontrar alguna Hogna radiata, pero no encontramos ninguna.


El tenebriónido Proctenius luteus. Aunque en la foto parece que es de día, la noche era cerrada, cerrada. El flash arregla todo.

Incluso de noche fotografiamos algunas flores que divisamos con la luz de los frontales. Hacía mucho que no visitaba la Sierra de Chinchilla en esta época del año, así que conseguí ver un cardo que no veía desde 2011: el cardo de Granada (Carduus granatensis), de curvadas espinas.

Por supuesto, incluso de noche estas flores atraen insectos, como pudimos observar en otro cardo del género Onopordum, donde dos curculiónidos (gorgojos, escarabajos con probóscide) reposaban, uno de ellos estaba siendo atacado por una marabunta. Todavía no los he identificado.

Siguiendo el camino, las espigas florales de las candileras (Phlomis lychnitis) se mecían suavemente por la brisa, y las de los espartos (Stipa tenacissima) me recordaban ligeramente a algunos terrenos de La Pampa argentina, con sus características Cortaderias.  Los arácnidos seguían haciendo acto de aparición.

Seguimos encontrando pequeños seres en medio del camino. Una de las sorpresas fue un “saltamontes palo”, posiblemente Acrida ungarica, aunque Truxalis nasuta no se descarta, que Jess no pudo evitar coger con la mano.

José David y Vanesa nos avisaron de que lo habían encontrado en medio del camino. Pudimos examinarlo muy de cerca, ya que se mostraba bastante tranquilo. Es la primera vez que lo veo en la Sierra.


Ocnerodes prosternalis

Hubo tiempo hasta para observar lepidópteros.

Y poco más, aparte de algún que otro escarabajo (tenebriónidos y carábidos depredadores), más licósidos, hormigas, liebres… Porque nunca viene mal una buena excursión para comenzar las vacaciones de verano.