La siesta
de Silvia Nanclares – Equipo Elático,
Editorial Kókinos, Madrid, 2000.
8 x 24 cm., 14 euros.
Por Anabel Sáiz Ripoll.
“Todos los días después de comer, la casa está a oscuras y en silencio”. Así empieza este hermoso texto que no sabríamos decir si es una historia y no. “La siesta” engarza frases, a la vez que provoca sensaciones en el lector. Va, muy despacio, desvelando un momento cotidiano y, para ello, crea un clima mágico y muy especial. Todos los elementos se conspiran para conseguir la temperatura adecuada de la piel, el gesto, el contacto estrecho, el sosiego, el descanso. “La siesta” nos habla de esa entrega sin igual que solo un niño y su madre pueden brindarse. La madre y su hijo, cuando la casa está en silencio, después de comer, se entregan a un placer de difícil descripción, puesto que es un placer emotivo, que entronca directamente con la raíz de los tiempos cuando la madre, de la especie que fuera, protegía a su hijo y le brindaba cobijo. Es lo que hace la madre de la siesta, aunque ella también disfruta del momento único y esencial que vive con su hijo...
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