La siesta, manual de uso

Publicado el 18 mayo 2015 por Molinos @molinos1282
"Este post trata de una actividad peligrosa, consulte a su entorno antes de utilizarla. Mantener alejada de la gente sin autocontrol". 
La siesta es peligrosa. Muy peligrosa. Su uso y dominio está al alcance de unos pocos elegidos. No son los más altos, ni los más guapos, ni los más listos ni los más nada... simplemente tienen un don. Un don con el que se nace y que no se puede adquirir jamás. El resto de los seres humanos que no gozamos de ese don, no debemos dejarnos engatusar por los cantos de sirena del hombre del mazo que nos llama después de comer para "echaaa una cabezaditaaaaa", "te pesannn los párpados", "hace mucho calor para hacer nada" o su versión más sofisticada "estudios científicos dicen que la siesta es buenísima para tu cerebro". Si caemos en sus redes, si sucumbimos a su encanto, lo pasaremos mal, muy mal. Una y otra vez. Nunca mejora. Me llamo Moli y no sé manejar la siesta. Soy una nueva adicta. Años y años diciendo "yo paso" para acabar cayendo en sus redes al cumplir los 40. No me controlo. 1.- La siesta sirve para dos cosas. Si eres menor de 10 años, la siesta sirve para que la humanidad descanse de ti. Si tienes más de 25, la siesta sirve para que tú descanses de la humanidad. En el periodo que va entre los 10 y los 25, la siesta como concepto sencillamente no existe. 2.- La relación entre siesta y bienestar personal es más que dudosa. No hay que creerse los estudios que dicen que una breve siesta de 20 minutos es justo lo que necesitas. Si es de 20 minutos no es siesta, es un simulacro, un amago, un intento, un sólo la puntita. Si dura más de 20 minutos es excesiva. ¿Es contradictorio? No. Sencillamente nadie ha descubierto cuánto tiene que durar una siesta para despertarte a gusto y sin ganas de matar o de llorar, o las dos cosas a la vez. La Bella Durmiente quizás...3.- La siesta puede ser de sofá o de cama. Hay partidarios de ambas modalidades, especialistas en una de ellas, y gente, como yo, a la que le da igual. Es como el tenis; puedes ser de hierba o de tierra batida o defenderte en las dos superficies. A mi me pasa eso, según las circunstancias elijo una u otra, se me dan igual de mal las dos. Lo hago más por el público. 4.- A la siesta se puede ir de cabeza o dando rodeos. Es decir, uno puede ir directamente con la intención de dormir. Tumbarse, cerrar los ojos y dormir (los conozco que hasta se ponen tapones, el móvil en modo "lista de siesta" y el despertador) o se puede dar rodeos. Tumbarse con la excusa de ver una peli o leer un rato para acabar diciendo "voy a cerrar los ojos cinco minutos".  5.- La siesta te acoge en su seno y te da un sueño plácido, un sueño de músculos relajados y baba colgando que ni de coña disfrutas por la noche. Puede que oigas ruidos al fondo pero te da igual todo, estás en tu nube de algodón saltando, abrazado por el algodón, y te sientes ligero y más feliz que una perdiz. 6.- El despertar. La nube de algodón se abre y empieza a dejarte caer, de repente ya no flotas sino que estás en el fondo del agua y tu cuerpo quiere salir a la superficie... pero tú no. Quieres que la dosis siga haciendo efecto, quieres seguir en la nube. Mantienes los ojos cerrados, no te mueves, intentas volar para alcanzar la nube otra vez. Caes.   7.- Empieza el dolor y el sufrimiento. Sensaciones desoladoras te recorren haciéndote pensar que nunca más volverás a ser alguien activo y con capacidad para articular palabra. 8- Negación. Repites un mantra: "no estoy despierta, no estoy despierta, no estoy despierta". Con los ojos cerrados y sin moverte lo repites. Alguien te habla, escuchas la tele, la esquina del libro se te clava en la espalda, se te ha dormido una pierna. Evidentemente, estas despierta. 9.- Reconocimiento de síntomas: agotada la dosis y sus efectos, empiezas a notarte cansada, y, según los días, triste u hostilizada con el planeta entero. Quieres llorar o pegar, o las dos cosas a la vez. No quieres hablar con nadie, no quieres ver a nadie o quieres media docena de personas que te arropen y te digan que puedes seguir durmiendo 3 ó 4 años más. Boca pastosa10.-Fantasías sobre la Bella Durmiente y su sueño de 100 años. El príncipe muere a manos de Maléfica o se lía con ella y nunca la despierta. Felicidad absoluta.  11.- Valoración de posibilidades: llegados a este punto sabes que tienes que levantarte. No hay más remedio, no hay otra solución pero aún así fantaseas con irte directamente a la cama a dormir hasta el día siguiente o, en su defecto, convertirte en un samurai. O un ficus. Algo que no padezca. 12.- Recuperación de la vertical. Llanto, llanto, llanto. 13.- Recuperación de las conexiones neuronales, el ritmo cardiaco y el sentido de la vida. 14.- Peinarse. Misión imposible. 15.- Proclamación de buenos propósitos: la siesta me sienta fatal, es el último día que me la echo. Esto es insano, me encuentro fatal y luego además no rindo y estoy hecha polvo. Si fuera capaz de hacer lo que hacen otros, una cabezada de 20 minutos y listo o como uno que yo me sé, que en el curro se va al baño, se sienta en el váter y se duerme con la cabeza en la pared 15 minutos, que le sirven para tirar toda la tarde. Yo no sé, se me va de las manos, no lo controlo así que lo mejor es que lo deje. Os he advertido. La siesta la carga del diablo. Te vuelves adicto. Huid del "hombre del mazo" y sus cantos de sirena. 
Y recordad, no hay siesta demasiado larga.