La siesta, un hábito en el que educar a los niños

Por Lachicadelblog
Dice el refrán castellano que el hábito no hace al monje. Puede parecer erróneo traer a colación en este espacio y en este artículo. Pero parémonos a reflexionar en la palabra hábito. El hábito implica rutina, método, acciones y actividades que se van a repetir, a medio plazo, de forma inconsciente. 
La evolución de los hábitos en niños de edades comprendidas entre 0 y 6 años varía en función de la edad, el desarrollo individual y el entorno en el que se mueve (ya sea este la escuela infantil o su casa). Nosotros como educadores infantiles podemos y debemos procurar que estos factores no choquen entre sí. En especial en lo que se refiere al sueño y el descanso de los más pequeños.

FotógrafoClarissa Rodrígues González

El falso mito del sueño expande la errónea idea de que dormir implica una actividad nula del individuo. Al contrario. El cerebro trabaja intensamente para afianzar lo aprendido, asimilar lo observado y madurar a nivel físico como psicológico (y estas son solo algunas de las actividades del cerebro en los periodos del sueño). Si en los adultos el descanso y el respeto de las horas que cada uno de los individuos, como individuos, es importante, más lo es aún en los más pequeños.

En estas primeras etapas de la vida y del desarrollo de los niños, el trabajo del cerebro y la configuración interna de sus conexiones neuronales depende en gran medida del establecimiento de unos saludables hábitos de descanso. Pero ojo, no solo se han de guardar durante la noche, sino también en los tiempos diurnos. 

En nuestro ámbito, que es la escuela infantil, emprenderemos actividades que estimulen físicamente al niño en un primer estadio, para continuar con actividades que fomenten la imaginación sin necesidad de movimientos físicos (como puede ser crear historias entre todos, partiendo de una idea, por ejemplo, en etapas superiores), y teniendo muy presentes la necesidad de incluir etapas de transición y variaciones de actividad periódicas.


Fotógrafo:Francisco Javier Martínez Adrados


En el trascurso de las actividades, los educadores infantiles observaremos que algunos niños comienzan a bostezar, rascarse los ojos; otros se meterán el pulgar en la boca a modo de chupete, o se quedarán calmados, inactivos. Estos son los primeros indicios de que ese periodo de actividad ha de comenzar a transitar hacia un breve periodo de descanso y recuperación.

Es el momento de la Siesta, ante la cual comenzaremos a preparar un ambiente idóneo para los niños: bajaremos el tono de voz, disminuiremos la luz de la sala, acondicionaremos las hamacas o colchonetas, animaremos a los pequeños a que cojan sus objetos y peluches favoritos, para concluir con el descalzado. 

Llega el momento de que los pequeños descansen mientras 'la profe' observa su descanso y anota la actividad del niño en su tabla de observación y despertares. Nosotros también terminamos hoy aquí, pero antes os queremos dejar un ejemplo de actividad de transición hacia el descanso, extraído de LudoyTeca: 
[Nombre: “Qué divertido es soñar”
Objetivo: Enseñar a los niños la el sueño como una actividad placentera.
Metodología:
- Contar con la colaboración de los padres, para facilitar el proceso y la disposición del niño.
- La actividad se plantea para todo el grupo, teniendo en cuenta las características de cada niño.
- El horario y lugar para la realización de la actividad será regular e inmediatamente después de la comida.
- El ambiente será de relajación, donde el niño se sienta seguro y favorezca la aparición del sueño.
- Para facilitar el procedimiento, se le puede permitir, al principio al niño, el “uso” de su juguete preferido, si lo lleva al centro educativo.
Cómo llevar a cabo la actividad:
- Cada niño debe aprender cuál es su colchoneta y/o cuna. Cuando nos hallamos descalzado, y bajo poca luz pondremos una música suave e iniciaremos a contar con voz pausada la historia de un personaje o mascota que podemos utilizar y que tenemos en clase. Contaremos cómo nuestro personaje le encanta dormir y soñar como viaja, o juega en un parque o se baña en una bonita playa. Al finalizar el relato, nuestra mascota “dormirá” junto a ellos para transmitirle tranquilidad.
Recursos: mascota (muñeco con el que los niños estén familiarizados), cd con música relajante.]
¿Es el canto gregoriano un ejemplo de música relajante? ;)