La silla rota

Por David Porcel

A veces, los objetos nos hablan, nos dicen cosas, a quien sabe escucharlos. Objetos fragmentados, rotos, frágiles, que nos recuerdan que la vida es demasiado valiosa como para malgastarla rompiendo sillas, o viéndolas romper. En este día tan señalado, Día de la eliminación de la violencia contra la mujer, comparto este microrrelato que nos regala Anni, alumna de 1º de Bachillerato. 

                                                                


                                                        LA SILLA ROTA

Ella se miraba en el espejo; sus dedos pasaban delicadamente sobre aquel círculo rojizo-morado que yacía en su mejilla.

-Solo fue esta vez - pensó, sin embargo una lágrima se resbaló justo por encima de la marca.

Unas manos bruscas la limpiaron con falsa delicadeza.

-Prometo que no volverá a pasar - habló abrazándola. Ella se quedó en sus brazos sin decir nada.

Una semana después la volvió a sujetar con más fuerza de la necesaria; luego rompió el plato en el que comía porque “esto está frío”, y al mes rompió una silla porque la hizo sentar de un manotazo.

En ese momento ella ya no tenía el pequeño círculo morado, de hecho ya era casi imperceptible, pero en su lugar estaban las marcas rojas de unos dedos en su brazo, tenía el labio roto y un moratón en sus costillas.

La silla se veía en el reflejo del espejo y eso hizo que un pensamiento resonara en su cabeza.

- Tengo que irme - esa tarde tomó una decisión difícil.

“No te puedes ir”, “¿Me dejarás solo?”, “ No volverá a pasar”. Esas frases invadieron su mente mientras guardaba con prisa sus cosas en una maleta; no tenía mucho tiempo, él volvería pronto. “No puedo vivir sin ti”. Esa última frase la hizo detenerse por un momento, pero entonces recordó aquella silla rota.

-¿Y si la próxima vez no es la silla y soy yo?

Decidida salió de allí con una maleta, un corazón hecho añicos y desilusión. Él llegó horas después con un peluche, la buscó por todas partes, pero ella ya no estaba. El peluche terminó destrozado junto a la silla.

¿Y ella? Ella buscó ayuda y ahora está feliz viviendo una nueva vida, una vida que creía que no existía. Todo, gracias a la silla rota.

Anni Roa (alumna de 1º de Bachillerato)