Revista América Latina

La Soberania Alimentaria refuerza la soberania nacional pero se ve como revolucion. ?Estamos locos?

Por Jose Luis Vivero Pol

 

La Soberania Alimentaria refuerza la soberania nacional pero se ve como revolucion. ?Estamos locos?

Fuente: Flickr/desfilhes

Siempre me ha sorprendido la profunda animadversión que suscita el término soberanía alimentaria entre los políticos, profesionales del desarrollo y las agencias cuyo mandato central es la erradicación del hambre. Nos será harto difícil encontrar un texto escrito por la FAO, el PMA, FIDA, el Banco Mundial, la Unión Europea o USAID que describa o analice la soberanía alimentaria como alternativa al sistema alimentario actual o como realidad política que es reclamada por miles de personas y cientos de organizaciones. Para el establishment, la soberanía alimentaria no existe, pues no se habla de ella. Es curioso porque la Soberanía Alimentaria no deja de ser una mera precisión del concepto de soberanía nacional, construcción social que emana de la Revolución Francesa y que establece el Estado-Nación como la unidad principal de las relaciones internacionales. Si estamos de acuerdo en que los estados son soberanos para tomar decisiones sobre su propio territorio y sus propios ciudadanos, deberíamos aceptar sin problemas que esa soberanía abarque también las decisiones sobre la producción, comercialización y consumo de alimentos[1]. Pero no es así. Los mismos que defienden la soberanía nacional para emitir moneda, tener ejército, controlar el espacio aéreo, gestionar los recursos naturales en suelo propio y abrir embajadas en otros países, se oponen a que tengamos soberanía sobre la producción y consumo de algo tan básico como los alimentos. La soberanía alimentaria debería ser un concepto del establishment, fuertemente enraizado en los partidos de derecha, y sin embargo es todo lo contrario: en la actualidad se asocia exclusivamente a movimientos sociales con amplia base indígena y campesina (La Vía Campesina) y a gobiernos de corte populista y socialista (Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Ecuador y Cuba).
La soberanía alimentaria: una seria opción al sistema agro-alimentario neoliberal
La soberanía alimentaria es un concepto reciente, todavía en construcción, con sólidos fundamentos, impulsado y promovido por la sociedad civil, que ha ido poco a poco colándose en el discurso político oficial de muchos países, principalmente de América Latina[2]. La soberanía alimentaria deriva del concepto de soberanía nacional, que reivindica el papel del Estado y de los pueblos para definir sus propias políticas alimentarias y garantizar así que toda su población tenga para comer en cantidad suficiente y con calidad adecuada. Esta propuesta implica la reivindicación del derecho a la alimentación, tal y como se recoge en el PIDESC[3]. Además, la soberanía alimentaria reivindica al productor del alimento y al consumidor final como los elementos centrales de la cadena agroalimentaria, frente a los eslabones del comercio y la distribución; y prioriza los mercados nacionales y los productores locales frente a la producción para la exportación y la importación de alimentos subvencionados por otros países.
La soberanía alimentaria defiende los valores no monetarios de los alimentos
El reforzamiento de la soberanía alimentaria pasa por hacernos menos dependientes de alimentos importados y menos vulnerables a plagas y enfermedades. También pasa por valorizar la producción local y los productos frescos, por tener cultivos más resilientes al cambio climático y un consumo menos dependiente de los oligopolios alimentarios, que suelen ser compañías extranjeras cuyo interés no es precisamente alimentar saludablemente a nuestra población. Garantizar la alimentación de los propios ciudadanos debería ser un objetivo estratégico de los gobiernos y la suficiencia alimentaria en muchos productos debería ser un objetivo prioritario de seguridad nacional[4]. Si entendemos por soberanía alimentaria la capacidad de un estado de decidir dónde, cómo, cuándo y quién produce alimentos para su población, la defensa de tal precepto debería ser aceptada y promovida por todos los estados del mundo, pues refuerza su propia soberanía nacional[5].Y sin embargo ¿por qué algo tan aceptado como la soberanía se convierte en un movimiento revolucionario cuando se le añade el adjetivo alimentario? Pues precisamente porque lo alimentario es de todo menos soberano para la mayoría de los países y pueblos del mundo, que se han visto forzados a liberalizar sus mercados alimentarios y ceder espacios de soberanía propios a las multinacionales de la alimentación. Este sistema alimentario industrial responde exclusivamente a la idea de maximizar beneficios económicos y minimizar gastos, reduciendo las múltiples dimensiones de la comida a una sola: su valor como producto comerciable, como commodity.
Los alimentos no son como los tornillos…
Pero los alimentos no son solo un commodity. Para empezar, es obvio que son una necesidad humana básica, pues nuestro cuerpo requiere la energía de los alimentos para mantener sus funciones vitales. Además, nadie puede negar la importancia de los alimentos como un pilar fundamental de la cultura y las civilizaciones[6]. La recolección, cultivo, preparación y consumo de alimentos representa un acto cultural[7]. Pero comer también es un derecho, y no sólo una necesidad. Aunque no lo parezca, tiene la misma categoría e implicaciones legales que el derecho a la libertad de prensa, a que no te torturen o a la libertad de culto[8]. Sin embargo, su camino desde su primera formulación hasta el presente no ha sido fácil ni rápido, y todavía es un derecho humano que está en proceso de consolidación. En algunos países, el derecho a una alimentación adecuada está ya recogido en la Constitución o en la legislación nacional. Este derecho recoge la obligación legal de proteger la capacidad de todo ser humano de alimentarse con dignidad, ya sea mediante la producción de sus alimentos o mediante la compra, tal como se consagra en el artículo 25 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 y el artículo 11 del PIDESC de 1966.
…aunque la industria agroalimentaria no deja de crecer gracias a ellos
Además de las dimensiones anteriores, no podemos olvidar que la comida es también una mercancía y la industria alimentaria es una de las mayores áreas de actividad económica (el 10% del producto interno bruto mundial)[9]. La industria de la alimentación se ha valorado entre $ 4 y $ 5.7 billones de dólares en 2009[10]y se espera que aumente a $ 7 billones de dólares 2014.
La industria alimentaria industrial nos indujo a despojar a la producción de alimentos y su consumo de todos sus valores sociales y culturales, para considerarlo una mera necesidad fisiológica que utiliza un insumo totalmente commodificado, transformado en puro objeto comercial. Los alimentos son un objeto que alguien produce, otro vende y un tercero compra. Punto. Esta consideración va contra toda lógica de supervivencia como especie. Las antiguas variedades de tomate con deformaciones en la piel, costillas, sabores diferentes, muchas pepitas de diferentes tamaños y verdadero sabor a tomate han dado pie a las únicas dos variedades que mayoritariamente encontramos en todos los supermercados del mundo: el tomate tipo “manzana” para ensaladas sin sabor y el tomate tipo “pera” para guisos desprovistos de sustancia[11]
Si la soberanía alimentaria solo sirve para precisar un aspecto concreto de la soberanía nacional, ?por qué se tilda a sus defensores como anti-sistema y se ve como una propuesta revolucionaria? Lo alimentario solo es un adjetivo de soberanía. ?no debería ser defendido por el establishment? ?Nos estamos volviendo locos? ?Sera que lo importante no es lo que se diga si no quien lo diga? ?Sera que los humildes campesinos no pueden pensar una verdadera alternativa al sistema alimentario industrial y capitalista que está destruyendo nuestra salud y nuestra naturaleza? ?Sera que los campesinos no deben pensar...? Igual van por ahí los tiros...  
Si quieren leer mas, les recomiendo el dossier de Economistas sin Fronteras sobre la Alimentacion: necesidad y derecho. http://www.ecosfron.org/portfolio/seguridad-alimentaria-derecho-y-necesidad/#.UfqF8PURjbk

[1] Sánchez Díez, A. & J.L. Vivero Pol (2011).La alimentación y la seguridad alimentaria mundial. En García de la Cruz, J. M., Durán Romero, G. & Sánchez Díaz, A. (coords.). La economía mundial en transformación. Ed. Paraninfo.[2] La soberanía alimentaria está recogida en la Ley de Soberanía Alimentaria de Ecuador, la Ley de Seguridad Alimentaria de Guatemala, la Ley de Seguridad y Soberanía Alimentaria de Honduras y la Ley de Seguridad y Soberanía Agroalimentaria de Venezuela. También está en la Constitución de Bolivia, Ecuador y Honduras.[3] El Pacto Internacional por los Derechos Económicos, Sociales y Culturales, un tratado internacional vinculante que ha sido ratificado por 160 estados hasta la fecha. [4]http://www.ieee.es/Galerias/fichero/cuadernos/CE_161_Seguridad_Alimentaria_y_Seguridad_Global.pdf[5]http://fr.slideshare.net/joseluisviveropol/deconstruir-la-soberana-alimentaria[6] Diamond, J. (1997). Guns, germs and steel. A short history of everybody for the last 13,000 years. Vintage, London. Digital Library of the Commonshttp://dlc.dlib.indiana.edu/dlc/handle/10535/830[7] Montanori, M. (2006). Food is culture. Arts and traditions on the table. Columbia University Press, New York.[8] Vivero, J.L. & X. Erazo, eds. (2009). Derecho a la Alimentación, Políticas Públicas e Instituciones contra el Hambre. Serie Ciencias Humanas, LOM Editores, Santiago, Chile.[9] Forbes (2007). The world’s biggest industry. Forbes, 15 November 2007.[10]http://www.alpencapital.com/downloads/GCC_Food_Industry_Report_June_2011.pdf[11] Estabrook, B. (2012). Tomatoland: How Modern Industrial Agriculture Destroyed Our Most Alluring Fruit. Andrews Macmeel Publishing, Kansas City.

Volver a la Portada de Logo Paperblog