La socialdemocracia es la crisis

Publicado el 14 enero 2015 por Jmartoranoster

Rosa Natalia

El asunto es más o menos así. Usted tiene una tarjeta de debito donde le depositan su sueldo. Un día el banco le da una tarjeta de crédito porque “usted se lo merece”. Por diversos motivos, cuando usted se da cuenta, tiene tremendo “mono”. Trata de hacer memoria en qué fue que gastó y siente un poco de culpa: “¿en qué carrizo estaba pensando yo? Bueno, a lo hecho pecho, hay que pagar. Debo sacar la cuenta ahora sí. Tanto para el condominio, tanto para el cole de los muchachos, tanto para el transporte, tanto para la luz, para el gas, para el cable, para teléfono fijo y el celular…y tanto para la comida. Uy. Me quedó poquito para la comida”.

Ese es el cuento. El país decidió honrar sus compromisos de la tarjeta de crédito, o mejor dicho decidió transferir la renta petrolera al capitalismo trasnacional porque si no, entraríamos en el vergonzoso “default”. La banca internacional, presionó de todas las formas que conoce: “paga lo que te presté…paga o le diré a todos que eres un mala paga”. Y en capitalismo un país que entre en “default”, un país maula es un criminal peligrosísimo, un enemigo público mundial, que no merece crédito, se le ocupan sus bienes en el exterior, nadie comercia con él, entra en aislamiento.

Venezuela pagó a finales de Octubre del 2014 “el giro” de intereses que se vencía por un monto que rondó los 4 mil millones de dólares. Mucho se especuló acerca de quién o qué, había permitido liquidar el giro. Unos dijeron que habían sido los judíos, por el lobby que recibió al presidente Maduro en New York en el acto del Bronx, otros dijeron que ya era un hecho la venta a precio de gallina flaca de Citgo. Pero nada de eso ocurrió. A la hora de la chiquita, aunque se repitió hasta el cansancio que no se tocarían las partidas de la inversión social, se echó mano a la partida de importaciones de consumo de alimentos.

El fenómeno de las colas en los supermercados en todo el territorio venezolano, finalmente tiene varios componentes: una partida reducida de divisas para importaciones, una gran desconfianza de la población que sale a “saquear” de manera controlada y por supuesto el fenómeno de los revendedores y contrabandistas.

La puesta en práctica  del paquete neoliberal, que aunque no ha sido anunciado, ya está siendo aplicado. Aunque la fuerza militar y policial esta resguardando los centros de expendio de alimentos públicos y privados, el estallido social está presente.

Ahora bien si recordamos las terribles jornadas del 27 y 28 de febrero de 1989, veremos a un pueblo que exigía volver a disfrutar de la aparente bonanza del 1er gobierno de Carlos Andrés Pérez. Bonanza ficticia, producto de los precios altos del petróleo y de un inmenso endeudamiento externo. Aquel mismo pueblo “mal criado” del quinquenio 1975-80 rugió furioso porque no entendía “a cuenta de qué” tenía que a aprestarse el cinturón en la época de precios bajos de petróleo en los años 1988-89.

El mismo pueblo, la misma generación, traicionaba su líder adeco porque en los valores que le habían sido enseñados (el ta barato dame dos) no entendía de tiempos difíciles ni mucho menos de lealtades a partido. La socialdemocracia no se ocupó de recordar a los millones de aspirantes a clase media, de que cada cierto tiempo el capitalismo se estanca, no crece, no consume hidrocarburos y nosotros caemos en desgracia.

La socialdemocracia ofreció puntualmente sus romerías, pero nunca habló de las contradicciones del capitalismo. Disimuló en sus discursos hablando de desarrollo y de una gran clase media prospera. La socialdemocracia en ninguna palestra pública habló del estancamiento cíclico del capitalismo mundial donde los precios de los hidrocarburos caen. La idea siempre fue construir nuestro propio disneyland.

Cuando el gocho aplicó el paquete neoliberal decía tácitamente, aquí nos jodimos casi todos, llamemos al jefe FMI y pongámonos en cintura: liberemos el dólar, liberaremos los precios (excepto en unos 20 productos de la cesta básica), subamos la gasolina, recortemos el gasto social, paguemos los giros de las deudas.

En vista de que los precios del petróleo no volvieron a lo que habían sido diez años antes, el pueblo retiró su apoyo al líder socialdemócrata. Si el gocho no podía volver a hacer la magia, había que sacarlo y castigarle.

Pero ese cuento ya no es tan interesante. Solo lo repetimos porque en algún momento nos pareció escuchar desde las filas de la izquierda, que El Caracazo había sido una gesta heroica del pueblo. No. Fue una gesta de reproche del pueblo de finales de los 80’s, que había sido cultivado en los valores de la Venezuela Saudita de finales de los 70’s.

Pero el punto que nos trae a este artículo es que ya que estamos repitiendo la historia y ya que estamos en los albores de un nuevo Caracazo, el asunto importante es cuál será el papel de los revolucionarios en ese momento ¿o volveremos a decir que los saqueos en los abastos son una gesta heroica?

Un halo de derrota recorre las filas de los chavistas, porque lo que los medios y los dirigentes opositores si saben hacer muy bien, es repetir hasta el cansancio que el modelo socialista ha fracasado.

Pero ¿quién ha dicho que la aplicación del paquete neoliberal en el año 2015 en Venezuela es producto del socialismo o de las ideas socialistas? Y allí es que debemos entrar los revolucionarios.

Lo primero que debemos aclarar en medio del desencanto es que la crisis deben pagarla los socialdemócratas que desde el gobierno trajeron la idea de que después de asesinado Chávez, aquí había que traer a los adecos y copeyanos a Miraflores. La crisis es culpa de los nuevos y viejos burgueses.

Lo segundo es que la banca trasnacional llámese chinos, rusos, hindúes o gringos deben esperar por el pago de la deuda. Lo primordial debe ser abastecer lo básico a lo interno. Vender petróleo y comprar comida, medicina, jabón. Recordemos el ejemplo de la tarjeta. Al hacer esto podríamos reeditar el movimiento de países que se niegan a alinearse con los preceptos irrefutables y sacrosantos de las finanzas capitalistas.

Definitivamente debemos repensar en la forma que distribuimos la renta: el concepto “de regalo” debería cesar, es decir la asignación directa de beneficios a la masa a cambio de nada. Esos “regalos” no rinden frutos a la hora de las dificultades, al contrario crean el caldo de cultivo de una masa egoísta que ante la mínima dificultad busca su propia salida individual a problemas que deben ser resueltos socialmente.

Los recién creados conglomerados de empresas estatales son un excelente escenario para que la población retribuya amorosamente los beneficios que el gobierno bolivariano asigna directamente. De allí la necesidad de reforzar estos conglomerados, podrían ser los embriones de una nueva sociedad y combatir de raíz a los intermediarios que comercian con la salud, la alimentación de la sociedad, se evitarían los enriquecidos de la noche a la mañana, podrían detectarse fácilmente.

En una sociedad organizada para el bien común no debe estar planteado privatizar las empresas del estado, al contrario se socializarían otras aéreas de la producción.

Ese es el camino de la solución humanista, socialista de la actual crisis. La otra opción es seguir aplicando el paquetazo y abrir camino a la llegada de una feroz dictadura.