Lo que ha ocurrido con Internet es que ha personalizado el contenido de la información que se publica y el usuario puede elegir que leer, escuchar o ver, aún pudiendo también escribir, cantar, componer o realizar vídeos, prefiere en la inmensa mayoría de los casos ser sólo un espectador más. Sin embargo la pantalla en sí ejerce una fuerte atracción en la que queda atrapado, perdiendo autonomía y libertad. La dependencia con las pantallas sólo puede llevar a un estado de alienación inducido que limita al usuario y lo encapsula todavía mas en su vida privada dejándolo sin respuesta alguna y no entendiendo el mundo que lo rodea y por lo tanto en el que vive del que se siente un extraño y un ser desvalido.
La sobreinformación sólo puede conllevar a más confusión y desorden. El caos cumple con la función de alienar a las masas para que el poder pueda ejercer de organizador de la sociedad. La pantalla es una mirada disfuncional del mundo y manipula a cada segundo la realidad en la que vivimos.
Lo que se ha llamado como sociedad de la información es en realidad la sociedad de la propaganda, sin duda la sociedad más manipulada de la historia.