Con la excusa de perseguir un supuesto robo quisieron ingresar a una vivienda humilde del barrio Newbery. Silvia Maldonado, madre de dos hijos, no los dejó pasar. Respondieron a los tiros, uno le entró en la frente.
Dos bebés –de un mes y de dos años- se quedaron sin mamá. Una bala policial se las quitó. Una mamá que era casi niña también. Murió en un hospital que lleva nombre de símbolo para este país: Ramón Carrillo. Aquel médico que supo decir que "frente a la tristeza, la angustia y el infortunio social de los pueblos, los microbios, como causas de enfermedad, son unas pobres causas". Y el infortunio social de los pueblos está hecho, también, de aparatos represivos que disparan a matar.
Hace 28 años la Policía Federal se llevaba la vida de Walter Bulacio ¿y qué mejorado desde aquel momento hasta la fecha? Lo único que cambió es que ahora la policía se ha convertido en un verdadero cartel de asesinos de inocentes. Hace un año y cuatro meses, la ministra de Seguridad declaraba que "estamos cambiando la doctrina de la culpa de la policía" y que los disparos de Luis Chocobar, a la espalda de Juan Pablo Kukoc, fueron "cumplimiento de deber de funcionario público".
Por este episodio, están detenidos los siete policías y el jefe de la Comisaría 5º. Uno de los rattis confesó ante el fiscal que fue él quien disparó a Silvia Verónica Maldonado. Horas antes, el mismo policía Abraham había dicho a la hermana de la joven: "Mirame bien a la cara, yo soy el que le metió el cuetazo a tu hermana".
Esa frase "Mirame bien a la cara soy el que metio el cuetazo a tu hermana" es la mejor muestra de la sociedad abominanble que hemos sabido construir. El monstruo cruel e impune que se relame después de su festín.
En lo personal esa frase me recuerda a la propia dictadura.Esa exhibición de crueldad, de impunidad absoluta, es un peso muerto que, como sociedad, nos impide construir cualquier cosa que sea minimante digna y sencillamente humana.
Ni un pibe menos. Díganselo al Frankenstein neoliberal que anda suelto y tiene hambre...