No es lo mismo amar que ser amado, y mucho menos votar que ser votado. Claro que ser “botado” es otra cosa, cambia radicalmente la interpretación de los acontecimientos y la funesta realidad se presenta sin aviso y con atavío de muerte, sonriente y con guadaña. Se cumplen casi dos semanas del conflicto en la universidad autónoma de San Luis Potosí que amenaza con diluirse y a ratos en afianzarse como un evento más duradero y desgastante para las dos partes. Como recordarán amables lectores, en la entrega de la semana anterior hicimos mención de la incongruencia y estupidez del rector Alejandro Zermeño Guerra quien presumió en entrevista a un medio local -propiedad de un gordo millonario- que sería el primer rector en la historia que respetaría el sentir de la comunidad universitaria y no impondría sus preferencias personales en la nominación de los directores que por estatuto y costumbre se eligen un mes después del rector cada cuatro años. O sea, cuando ya comió el patrón, se le da de tragar a los perros -y perras.
El sistema está hecho -obviamente- para garantizar que primero los directores y consejeros maestros le cumplan al jefe de la UASLP con el voto en favor de la ratificación del rector en turno, o en su defecto, para quién él mismo haya elegido a fin de sucederlo en el cargo. Eso garantiza la continuidad de la mediocridad y la preservación del privilegio -si es que se forma parte de la camarilla dominante. La prostitución maniquea de la clase política universitaria en su máxima expresión. En la universidad todos tienen un padrote que los regentea, no existe otra forma de avanzar en la escala piramidal, porque hay que hacer méritos para ser considerado digno de confianza y ocupar algún cargo de relevancia.
Existe también el procedimiento que eligen los dignos, a fuerza de tesón y perseverancia lograrán casi previo a su jubilación el reconocimiento de la autoridad y la comunidad universitaria. Hay casos excepcionales como lamentables, -no lo recomiendo- pero ya para el momento en que los grupos dominantes se ven obligados a reconocer la fuerza y el prestigio obtenido a lo largo de una vida de necia resistencia pues, el homenajeado ya es alguien a quien reclama la tierra -solo tiene achaques y deudas. La vida del académico endémico universitario es muy desagradecida, los que se llevan la tajada del rey son los zalameros y zascandiles. Prueba de ello es que los rectores suelen tener las rodillas raspadas, difícil es la vida de alguien que busca la rectoría, el trato humillante, las noches interminables sirviendo de lacayo a un pedestre y ruin personaje, incluso, en ocasiones hasta los favores sexuales suelen ser moneda de cambio. Claro que de eso nadie habla porque la tradición impone que cuando un pelele es electo rector, inmediatamente se transforma en un personaje popular, culto y sofisticado.
En el caso del rector Zermeño ya era un hombre exitoso, encontró una pepita de oro y fue como casi el paraíso, un rockstar de la alta sociedad potosina. Una máquina para cirugía láser en los años en que todo mundo añoraba abandonar las gafas, el estigma del siglo pasado que prodigaba que las personas con anteojos eran inteligentes, o al menos esa apariencia tenían. La verdad es que hay personas con lentes que son muy estúpidas -en la escala de Carlo María Cipolla- que coexisten con los “influencer” de axilas y cejas depiladas, cuerpos perfectos y piel de bebé, que también pasan por idiotas si se lo proponen. Cargar un libro y usar antiparras no da la inteligencia y mucho menos la integridad y la elocuencia para proferir un discurso y que los demás lo crean -para eso hay que chingarse. En fin, el rector que prometió que sacaría las manos del proceso metió las patas en el lodazal para imponer a Rosa Ma. Reyes Moreno en la dirección de la facultad del Hábitat, eso derivó en la toma de las instalaciones por parte de los estudiantes encabezados por la consejera alumna y la presidenta de la sociedad de alumnos.
Hasta el momento el pusilánime rector solo ha dado la cara a los medios de comunicación que están a su servicio y para acusar a los jóvenes protestantes de querer desestabilizar a la fundación “children ‘s and friends by Zermeño”. El rector ha hecho dos intentos -fallidos por cierto- de convencer a los alumnos protestantes para que declinen de su malsana intención de joder a la reelecta directora, la primera al enviar al patético secretario general Federico Garza Herrera alias “el pirrurris” quien acompañado de tres abogados y un ujier intentaron disuadir a los revoltosos de irse a su casa “so pena” de sufrir el castigo del martillazo de Thor y alguna maldición gitana que los dejaría al pie del cadalso. Curiosamente las jóvenes que resultaron ser mejores negociadoras que un aprendiz del despacho De La Garza Marroquín enviaron al inimputable secretario general por donde se va el excremento hacia Soledad de Graciano Sánchez. Quiero imaginar la escena donde el secretario pirrurris regresa y le informa a su jefe que dada su limitada competencia no fue capaz ni siquiera de discutir las condiciones de un armisticio. Yo me imagino que Don Zermeño habrá -debería- abofeteado al incapaz y perdulario colaborador.
Acto seguido, el rector envió a la artillería pesada, una robusta funcionaria de grata memoria. Ella siempre estuvo del lado de los desprotegidos, una linda y gentil damita que jamás claudicó en su lucha por la protección de los derechos humanos. Ferviente feminista y estudiosa de cuanto tratado internacional firmó nuestro país sin reserva. Urenda Queletzú Navarro Sánchez ha dejado de ser la heroína de los derechos de los universitarios, ha pasado a ser una más de los cortesanos del rector Alejandro Zermeño, desde que la nombró abogada general de la universidad se ha vuelto “inmamable” -dicen los que la conocen y la deben tolerar. Acompañada de diez sujetos -como toda buena feminista, protegida por el heteropatriarcado- se apersonó en las instalaciones de la facultad del hábitat con actitud prepotente, pretendiendo amedrentar a los jóvenes instalados en el área común o patio de la facultad. La funcionaria los acusó de usar las instalaciones para cosas ajenas a la institución y alegó que se tenía conocimiento de la presencia de sesenta personas que hicieron un mal uso de la infraestructura universitaria. Al no lograr amedrentar a los protestantes se resignó hacer un recorrido por el perímetro de la escuela y al concluir una revisión exhaustiva le solicitó a un notario público que la acompañó para redactar un acta que hiciera constar que los jóvenes respondieron altaneros y que habrían de sufrir las consecuencias.
Ante el fallido desalojo por la falta de pericia de la doctora Urenda Queletzú el rector Zermeño puso en marcha el “plan b”, utilizar a los medios digitales con quien guarda relación, para que las mejores plumas a su servicio escribieran sobre los peligros de la intromisión de agentes externos a la comunidad universitaria y que, -supuestamente- pretenden desestabilizar a la institución para instaurar un gobierno dictatorial y represor -que se parece mucho al actual, pero serían otros. Durante un par de días los operadores políticos y los gestores de simpatías de la rectoría divulgaron la falsa versión de que los estudiantes que protestan por la imposición de la directora Rosa Reyes son parte de un complejo plan que pretende irrumpir en la UASLP e instaurar un reinado de terror que acabará por completo con los privilegios y excentricidades de la casta dominante. Imaginen ustedes qué terrible sería acabar con los rectores de salarios estratosféricos y los ex rectores que ganan pensiones de 150 mil pesos mensuales mientras que un maestro de tiempo completo que entregó su vida al alma mater si acaso recibirá 15 mil -y por el ISSSTE.
No todos los estudiantes y egresados de la UASLP gozan del privilegio de recibir una beca de la institución para hacer estudios de especialización como la doctora Urenda Queletzú. Según consta en senda solicitud de información donde la universidad autónoma -por mi patria educaré- debió reconocer que sí concedió apoyo económico a la precarista funcionaria para realizar sus estudios de doctorado, y en segundo término que a pesar de ostentarse como doctora, no existe constancia en los archivos de la institución que corroboren que la señora Urenda Queletzú concluyó sus estudios y por lo tanto tiene el derecho a ostentarse como tal. De tal afirmación se desprenden cuatro conclusiones, uno, que las becas son para los consentidos de la rectoría y así es como se aseguran las lealtades, dos, que la doctora Urenda Queletzú si acaso puede ostentarse como “doctorante” y podría estar cometiendo un delito, tres, que eso le impide moralmente para ocupar el cargo de abogada general por falsaria, y cuatro, que la universidad autónoma de San Luis Potosí está integrada desde el rector hasta el jefe de la seguridad universitaria, primordialmente por pendejos. Es una verdad innegable e impepinable. Concluida esta funesta tradición hebdomadaria me despido no sin antes pedirles que se cuiden del sol.