La sola idea de que una cosa cruel pueda ser útil es ya de por sí inmoral. Cicerón.
En el escenario político actual no existe nada que logre ensombrecer el futuro inmediato del gobernador Ricardo Gallardo Cardona y su proyecto de dominación global. Ahora fue el alcalde de Rioverde Arnulfo Urbiola quien renunció al Partido Revolucionario Institucional para unirse a las filas del Partido Verde. Se llevó con él regidores, funcionarios y líderes políticos vinculados al otrora “partido de las mayorías”. Tal es el caso de la ex dirigente priísta y ex diputada local Rosa María Huerta quien ahora ostenta el cargo de regidora del municipio rioverdense. Ella muy mona hasta posó con el logotipo de su nuevo partido y su bolsa Chanel.
Alguien ha convencido al gobernador que tiene que llenar su álbum de estampitas con todos los alcaldes del estado, no importa del partido de donde provengan, siempre y cuando hagan la proskynesis y juren lealtad al gran tlatoani. Me imagino que hasta le ha de provocar una erección ver a todos de rodillas, sometidos, humillados, conformes. Igual lo que le interesa es demostrar que es el dueño de San Luis Potosí y que en el próximo proceso electoral es capaz de llevarse el carro completo, “ahí nomás” para que el próximo presidente (o presidenta) de México sepa que este estado tiene un propietario.
Sin embargo, el esquema del partido verde como brazo político del gallardismo requiere de un real análisis estadístico y social, cada una de las promociones que llevan a un alcalde o determinado personaje de la vida pública a brincar de un partido a otro no implica solo el cambio de camiseta de un grupo de hombres y mujeres, estos movimientos representan cismas que repercutirán en el proceso electoral del año próximo. Los verdes debieron hacer una serie de alianzas y amarres para fortalecer la candidatura de Gallardo a la gubernatura, Rioverde no era propiamente un bastión como Soledad de Graciano Sánchez.
Los asociados políticos del gallardismo venían huyendo de las dinámicas de poder del Partido Acción Nacional o los cacicazgos priístas, todos ellos se sienten partícipes del triunfo electoral en la región. No cae muy en gracia de la actual dirigencia municipal del Verde la noticia de la novedosa afiliación del alcalde y sus compinches. Tal vez por ello la noticia se dio en la capital del estado y sin mucha alharaca. El dirigente municipal del PVEM es Rodrigo Castillo Verástegui, actualmente delegado regional de la secretaría de finanzas en la zona media. Rodrigo Castillo es yerno del ex diputado Galdino Martínez y encabeza uno de los grupos adherentes al gallardismo.
Si los operadores del gobernador no han medido los efectos adversos de cada una de tales decisiones políticas significa que son demasiado ingenuos o sobradamente estúpidos. No se puede subestimar el poder de la desilusión, el despecho, el desprecio y la humillación. Tal es el caso del municipio de Xilitla o Tamazunchale donde el gobernador no batalló en convencer a los alcaldes morenistas de pasarse a las filas del partido verde pero inmediatamente se supo la noticia, los grupos que ya eran verdes porque acompañaron a Ricardo Gallardo en la pasada contienda se vieron menospreciados y algunos de ellos incluso han emigrado buscando participación política en otros partidos.
Ahora bien, como ya se ha visto en Tamazunchale y Xilitla (y Rioverde no será la excepción) los alcaldes son capaces de cualquier cosa con tal de conservar el poder, y si alguien les ofrece un atajo para obtener la reelección (que mejor que si es un gobernador) lo tomarán a ciegas. Pero para que la ecuación sea perfecta deberían estar en la mesa los actores políticos o padrinos que llevaron a esos personajes al poder, como Antonio Costa con el alcalde José Meza y Santos Guzmán Gonzalo detrás de Oscar Marquez. En el caso de Arnulfo Urbiola, para comprarlo como bueno tendría que estar en la fotografía Oscar Bautista, pero el vato tiene un colmillo largo y retorcido.
La hija del defenestrado ex diputado federal Oscar Autista es la primera regidora en el ayuntamiento de Rioverde y además, presidenta del comité municipal del PRI. Urbiola no se lleva todo al verde, pero su presencia si enturbia las aguas. No se le puede culpar, está más preocupado por su tercera cuenta pública y mantener al gobernador satisfecho que por cumplir sus promesas de campaña o servir al pueblo. Esas palabras llanas y suenan ridículas en esta distopía que sobrevivimos a diario.
Como sea, el PRI es un partido en vías de extinción, el único que no lo entiende es Enrique Galindo Ceballos, es un maldito sentimental. El tipo lleva a cuestas una cohorte de haraganes, simuladores, incompetentes, barraganas, y bufones. Educados en la mansedumbre, los priistas que llevaron al fracaso al instituto político aún conservan la soberbia que los caracterizaba y su inconmensurable estupidez, solo saben adular, y para eso sí son expertos, la mayoría han formado parte de algún clan donde aprendieron las finas artes del vasallaje, no importa si es una doncella o un mancebo, pagaron el precio para estar ahí.
Galindo ha mantenido la buena vecindad con la gallardía, de una forma que resulta intolerablemente estoica, es como Ned Flanders tratando de sobrellevar la agobiante coexistencia con Homero Simpson. Tarde o temprano Galindo y Gallardo tendrán que tomar rumbos separados, para entonces, tal vez las cosas ya estén muy definidas en la elección presidencial, eso le dará mucha tranquilidad a la nomenclatura del estado y solo entonces, quizás podamos pensar que habrá condiciones de competencia en las elecciones municipales. El tiempo lo dirá.