En ella, dos jóvenes, han asesinado a uno de sus amigos, por el puro placer de conseguir el crimen perfecto. Para rematar la jugada, han invitado amigos, la novia, el padre y la tía del cadáver, y a un antiguo profesor, con el que mantenían amenas discusiones filosóficas y sobre la teoría de Nietzsche de Superhombre. Sirven la comida encima de un arcón, que es donde han escondido al muerto, y la tensión va creciendo entorno al mueble.
La película esta concevida magistralmente, pues sabemos desde el principio lo que ha pasado con el amigo que no llega a la fiesta, pero mantiene la tensión en todo momento por ver si alguno de los invitados descubre el crimen. Y es donde James Stewart se luce, encarnado al antiguo profesor, y poniendo nerviosos a los criminales con sus continuas pesquisas.
Contiene escenas de gran maestría, como en la que que Dall, recoge la cuerda en la cocina, o la tensión que se crea entorno al arcón, mientras vemos como la sirvienta va recogiendo la mesa y va acercando libros para recogerlos en el maldito mueble. Esta escena sin duda es una de las que más se puede recordar de la película.
Una película que no puede faltar a nadie, y que recomiendo encarecidamente, pues es para disfrutar de buen cine, hecho con cabeza, y con una tensión constante a lo largo de todo el film. Además a nadie se le hará larga, pues pasa en un suspiro de 80 minutos.