No quieren a ZP en Rodiezmo. Posiblemente, él tampoco deseara ir, y le presentan la ocasión en bandeja. A decir verdad, da la impresión de que no le complaciese mostrarse en público, al menos entre multitudes, como lo prueba lo que menudean sus apariciones. Y este hecho no sólo obedece al temor a ser abucheado, ni a que se sienta dolido por haber perdido el amor del pueblo, sino porque sufre el síndrome que la Moncloa, que ya padecieran en su día González y Aznar tras ser reelegidos, una dolencia que se manifiesta en el distanciamiento entre el gobernante y su pueblo, al que contempla como una grey de la que el pastor se ocupa, pero con la que no se mezcla.