La soledad y lo que nos rodea

Publicado el 19 octubre 2015 por Wig
Un Hombre o una mujer, solos, están en mala compañía. La soledad sobresale en este laberinto de personajes que pasean en las distancias de las relaciones en las que destacan crápulas y cazadores de emociones y sentimientos en horas bajas, en busca de presas fáciles de seducir, como menos. Distinguir a esas sin escrúpulos compañías es difícil en esos estados en los que uno se siente perdido, abandonado por el mundo, y duerme en posición fetal. La única manera es reconocer cuanto antes esos sentimientos y abordarlos con naturalidad. Las palabras, sin embargo, salen fáciles, pero la realidad requiere su largo tiempo para ser escupida por el cerebro, ese malvado alienígena que soporta todo por sobrevivir y se autoengaña constantemente para ello.  Todos somos bi-emocionales como bisílabos y gruñones cuando queremos que nos dejen en paz. Nos rodea una infinita belleza que no vemos porque nuestros ojos están hechos para sobrevivir en la jungla. Pero la belleza está ahí, y no pocas veces, sólo se aprecia en soledad, pues la mala compañía es como la carcoma, lo devora todo a nuestro alrededor. Pero uno no puede estar constantemente probando quiénes son los que son. Únicamente se debe entrenar al cerebro para que los detecte por ti; tarea non grata por cierto. Pero no se puede ir sospechando por ahí de todo el mundo a merced de  quedarse completamente solo. Y entonces, a quien te quejarías. Un cerebro sin entrenamiento ni control sospecha de todo lo que se mueve y tenga ojos porque cree que se te va a comer, física o emocionalmente hablando. Así están las cosas. Relacionarse es de razón social. Y no perderse en ese laberinto es razón humana.