Hoy me ha dado por pensar en los miles de pequeños ahorradores. Esas personas que, al igual que yo, se aburren de tener siempre su patrimonio en las mismas mientras miran los geranios de su balcón. ¿Dónde invertir? Desde luego, si buscan la respuesta aquí, se han equivocado de blog. Sólo sé dónde no invertir: en Bolsa, que ayer dio un buen susto, otro más, con una caída de casi el 4% que la colocó en niveles de hace tres años. Si lo que se busca es una rentabilidad del 6%, quizá la subasta de deuda alcance esa cifra. Invertir en deuda es lo que hacen los grandes capitales, olfateando las ganancias antes de que se produzcan, aunque sin escrúpulos ni pararse ni un segundo a pensar a costa de qué y de quiénes.
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Catalunya, una de las comunidades autónomas que más se han aplicado en esquilmar a sus habitantes, abre el camino al futuro: más de 50.000 personas dependientes han fallecido sólo en esta comunidad desde 2007 esperando una ayuda que nunca llegó. Es la solución final al problema y el resultado lógico a sus interminables cálculos en una pizarra llena de tachones y rectificaciones. Y seguimos recortando, que es lo mismo que matar, sin pedir perdón, que es lo mínimo, sin pudor, sin decencia, como psicópatas que no distinguen entre el bien y el mal y, por tanto, no ven el error. Así las cuentas no saldrán nunca.
Solución: “El objeto nunca llegó porque hay un elefante en el camino”.