En plenas negociaciones para formar gobierno tras las segundas elecciones en España, al Partido Popular y, sobre todo, a Mariano Rajoy, de nuevo mudo, le crecen los enanos en un circo político en el que aún no se ha dado por finalizada la última función. En menos de una semana han resucitado dos casos de "amiguismo" y corrupción en dos miembros del PP. Los populares, como es de suponer, no se hacen responsables de estos actos.
Todos recordamos al ex ministro de Industria, José Manuel Soria, y su dimisión "voluntaria", por haber mentido a la ciudadanía al decir que no tenía nada que ver con la trama de los papeles de Panamá. Rajoy prefirió estar callado mientras participaba en la cena de "despedida". A la chita callando, el presidente en funciones recompensó a Soria, a petición del segundo, con el ofrecimiento de un puesto en el Banco Mundial. Resultó ser un secreto a gritos. Por segunda vez, y de forma "voluntaria", Soria renuncia a ese cargo sustancioso.
Y por último, y no menos importante para el futuro del partido de Génova, el diario "El Mundo" publicaba en portada, el martes 13 de septiembre, que el ex presidente balear Jaume Matas ha decidido colaborar con la justicia y pactar con el fiscal la confesión de sus delitos a cambio de no ir a prisión. Rajoy, cual Mortadelo, ha decidido ponerse el disfraz de avestruz y meter la cabeza bajo tierra con tal de no tener que dar explicaciones.
Pero solo hay que conectar la televisión para ver que Mariano Rajoy se ha convertido en un espíritu más de la película "Poltergheist". De nuevo, el presidente en funciones, ha aparecido tras un pequeño plasma colocado en una sala. Solo unos cuantos periodistas han seguido el silencio sobre los casos de corrupción y el intento por desviar la atención hacia la situación política actual y las elecciones en Galicia. Una vez más, Rajoy emmudece.
A veces, el silencio es la peor mentira. (Miguel de Unamuno)