Paloma Sánchez-Garnica es una escritora con oficio que afirma que no escribe novela histórica, si no ficción histórica, sin embargo, sabe elegir bien la época en la que ambienta sus novelas, capta la esencia y nos la transmite sin que se note el ingente trabajo de documentación que hay detrás. En esta novela se ha salido de su zona de confort, en las anteriores ha ambientado la mayoría de las veces en la historia más o menos de reciente de España y situado las tramas en Madrid y alrededores. La ciudad donde vive y que tan bien conoce. Ahora nos traslada a un París convulso en plena lucha de los estudiantes por sus derechos, a través de su pluma somos capaces de vivir mayo del 68 como si estuviéramos a pie de calle, en las barricadas, recibiendo golpes y corriendo delante de los gendarmes. Pero también nos trasladaremos a Berlin, a la extinta RDA, con su régimen comunista que no deja de ser otra dictadura que rompe los sueños y las ansias de volar de la gente, con un muro insalvable y con una servidumbre y mansedumbre que no todos son capaces de soportar.
Posiblemente esta sea la novela más ambiciosa de Paloma Sánchez-Garnica, en la que más se ha salido de su zona de confort, porque al cambio de localizaciones se une también que la novela deja de ser solamente histórica o con tintes históricos para asumir pinceladas de misterio, de intriga y suspense, de la mano de la Stasi y la KGB, con unos giros que sorprenden al lector y un final a la altura de todo el libro.
No me extraña que vaya ya por la séptima edición, porque realmente lo merece. Por si tenéis una edición anterior a la tercera, la novela tiene una banda sonora que le regaló su hijo, Javier de Jorge, me dio mucha rabia descubrirla al final porque me hubiera gustado escucharla a la par que avanzaba en la trama. Así que por una vez no está de más empezar por los agradecimientos para tener una experiencia completa.
Y ahora sí, nos metemos en harina que hay mucho de lo que hablar, muchos palos que tocar, pero sin destripar nada, porque hay que descubrir cada cosa a su tiempo.
La autora:
Mis impresiones:
Hace ya unos tres años si no recuerdo mal porque el tiempo pasa muy deprisa y hay ocasiones en las que no somos conscientes, juraría que fue con motivo de La sonata del silencio, asistí a una charla literaria que tenía como protagonista a Paloma Sánchez-Garnica, autora que descubrí con Las tres heridas. Armada de una libreta y un bolígrafo me disponía a pasar una tarde memorable y no es que no la pasara, si no que me cautivó tanto con todo lo que contó, que no fui capaz de tomar ni una sola nota, aunque sus palabras una semana después todavía resonaban en mi cabeza.
No he dejado de leer ninguna de sus novelas posteriores constatando que la autora tiene un don para plasmar escenas costumbristas, para dar relieve al detalle más nimio y otorgarle una cotidianeidad que abruma, refleja tan bien los usos y costumbres de la época en la que ambienta que el lector se adentra en la trama como si compartiera espacio y tiempo con unos personajes a la vez tan bien perfilados que llegas a sentirlos de carne y hueso.
Unas novelas me han gustado más que otras, unos personajes me han calado más que otros, sin embargo, he de reconocer que con La sospecha de Sofia se ha superado, se ha salido de lo meramente histórico para atreverse con el suspense y la intriga, un elemento que si no se maneja con cuidado puede dar al traste con cualquier novela y que Paloma ha sabido dosificar de forma acertada creando al lector angustia, empatizando con Sofia en unas ocasiones, y en otras con Daniel y la suerte que ambos corren por ir en pos de una verdad que más valdría no haber conocido.
No diría yo que Paloma Sanchez-Garnica se haya atrevido con la novela negra, ni con el thriller como he leído en alguna parte, pero sí que ha introducido una trama de espionaje y contraespionaje con mucho acierto, de forma que el lector siempre va un paso por delante de los propios protagonistas y ello le obliga a leer con avidez, y le provoca una contradicción, necesita que la novela avance para saber que suerte corre cada cual, y al mismo tiempo no quiere que llegue el final.
La novela se desarrolla desde 1968 a 1989 en tres países diferentes, y con realidades totalmente distintas, en el Madrid del tardofranquismo, con una dictadura ya en declive pero que sigue cortando las alas a las mujeres, en París y su famoso mayo del 68, que enfoca con un realismo tal que me vi corriendo por las calles de la ciudad del la luz de la mano de Sofía y Monique, y el Berlin del muro, en el que la Stasi imponía la ley del miedo y las represalias a cualquiera que pretendiera abandonar la cárcel en la que se había convertido el país. Y si no fuera suficiente con la Stasi, la KGB también solicita colaboración, que es más una obligación que otra cosa.
Si hay una parte que me ha conmocionado, ha sido la ambientada en Berlin, pocas novelas he leído ambientadas en ese periodo del muro y que lo cuente con la crudeza que lo hace Paloma, sueños truncados, familias rotas, jóvenes anulados y obligados a ser como borregos y a agradecer al régimen el tener un trabajo digno, unos estudios, un coche o incluso una vivienda; a pensar en la clave establecida si no se quiere terminar en una prisión, torturado, o con una vida peor que una cárcel. Betina y Klaus me llegaron al alma, porque el levantamiento del muro les pillo por sorpresa y les trajo muchas desgracias. No he sido capaz de aborrecer a Klaus a pesar de todo lo que ha hecho, quizás como Hanna veía al hombre atormentado por la culpa, un hombre que lo perdió todo por el camino, incluso la dignidad y no quería perder esa porción de libertad que le ofreció la Stasi.
Betina es un personaje tan humano, tan rebelde, tan soñador, tan duro en algunos momentos, una joven con los pies en el suelo y las manos levantadas para tocar el cielo. En un primer momento no me cayó bien, pero luego reflexioné sobre el flashback anterior a 1961 y pude descubrir el producto de toda una serie de maltratos y torturas por un único delito, querer ser libre.
Pero si la historia ambientada en la RDA es la que más me ha conmocionado, la que más me ha hecho reflexionar ha sido la que se desarrolla en París, con unas calles tomadas por los estudiantes y los obreros. Las conversaciones entre Sofia y Monique hicieron mis delicias, me obligaron a cerrar el libro para pensar. Pero no contenta con ello me vi corriendo por las calles de la ciudad, esquivando golpes de los gendarmes, buscando un portal en el que esconderme para que no me llevaran presa. Pasear por las calles de la ciudad de la luz con dos mujeres tan distintas, una con una mente científica y analítica y otra con una mente más abstracta y humanística ha sido un verdadero placer. Yo como Sofía también olvidé el motivo que le había llevado a esa mágica ciudad en la que los disturbios iban en aumento. Monique fue una gran anfitriona capaz de explicar a una foránea y por lo tanto a los lectores la razón de ser de ese mayo del 68.
Y ya por último volvemos a casa, a Madrid, donde el franquismo está dando sus últimos coletazos, donde el contraespionaje tiene un peso importantísimo en ese pretendido neutralismo de Francisco Franco. El papel de la mujer en esa época siempre consigue revolverme el estómago, se que es lo que hay, que la historia no se puede cambiar y que es necesario conocerla para no repetirla. Pero es que las mujeres que Paloma Sanchez-Gárnica propone como protagonistas de sus novelas no son las típicas de la época, y sin embargo, no son luchadoras, se pliegan a los dictados de la época. Sofía es una mujer con estudios, una mente brillante que un día decidió contraer matrimonio sin renunciar a sus sueños, su marido le prometió a ella y a su padre que podría hacer el doctorado y dedicarse a la investigación científica, sin embargo, ese momento nunca llega, las niñas son pequeñas, se ha de ocupar de ellas, de la casa y de él. En realidad teme que ella lo eclipse porque sabe que es mucho más inteligente que él, y ella va acatando los deseos del marido y languideciendo en una vida anodina y con un marido cada vez más distante. Y yo he echado de menos un golpe en la mesa y el reivindicar el derecho a desarrollarse laboralmente e intelectualmente.
Si Sofía es el arquetipo que no hay forma que entienda, la cruz sería su amiga Carmen, así es como yo entiendo que debería haberse comportado Sofía, aunque Carmen es soltera y no se pliega a los dictados de ningún hombre y mantiene ese libertad como un tesoro, a pesar de no tener tanta formación como Sofía. Esa misma forma de actuar o al menos de luchar me hubiera gustado ver en la protagonista de La sonata del silencio, aunque igual eso significaba cambiar la Historia, pero en mujeres de mundo y de ciencia esa sumisión me subleva.
Una carta anónima viene a truncar la vida y la rutina de ese matrimonio, a conectar todas las tramas, y los tres países. En cada uno de ellos nos encontramos un elenco de personajes cuidado, con matices, luces y sombras, y descubrí que, a pesar de estar más avanzado, en Francia la mujer también tenía sus limitaciones, no tan potentes como en España pero tampoco tenía plena libertad.
Hay un personaje que me ha sorprendido por encima de todos los demás, y esa es la madre de Daniel Sandoval, Sagrario, una mujer por la que llegué a tener animadversión, de carácter débil, manejando la vida de su hijo a su antojo, y que en cuanto puede se muestra como todo lo contrario, y eso ya lo intuye Sofia. En la época se requería de una mujer que fuera buena madre y esposa, y ese papel lo juega a la perfección tanto Sagrario como Adela la madre de Sofia, las dos mujeres que le afean que quiera ser algo más en su vida.
Todos los personajes excepto uno son seres castrados, personas anuladas por otras, o por el régimen en el que viven, unos son conscientes de ello y otros no llegan a serlo nunca, o lo son cuando les arrebatan lo que más quieren. Una novela coral, en la que el peso no está en la ambientación, si no en los personajes protagonistas y en los secundarios, angeles y demonios en un mismo cuerpo. La autora los lleva al extremo, los pone en situaciones límite y evolucionan conforme los acontecimientos se van sucediendo, unas veces se condenan y otras se redimen.
Solo un personaje no es un ángel caído, o una persona con los sueños rotos, Romualdo Sandoval, en la cima de su carrera laboral y de la vida social, es el único personaje al que nadie pide explicaciones, es el reflejo del régimen, un colaborador necesario. Tan fuerte es su personalidad que lleva el despacho de abogados con mano de hierro, tiene sometidos a sus trabajadores, a su hijo, a su mujer y a su propia nuera a la que apenas presta atención. El rey de la partida de ajedrez, el único personaje al que la autora no ha redimido ni el lector podrá hacerlo tampoco.
Podría seguir contando las bondades de esta novela, pero vale la pena adentrarse entre sus páginas, dejarse llevar por la trama, conocer a sus personajes, su presente y su pasado, ir un paso por delante de Sofia en esa búsqueda de respuestas, enfadarte con ella y darle la mano cuando lo necesita, y deleitarte con la banda sonora que Javier de Jorge ha compuesto para esta historia, valen la pena cada de una de las seiscientas y pico páginas que se disfrutan, se reflexionan y se quedan durante mucho tiempo en la memoria.
Conclusiones:
Paloma Sánchez-Garnica nos presenta una novela que recorre Europa en busca de una verdad que igual no merecía la pena descubrir y que dinamita la vida de sus personajes. Unos personajes que son el eje de esta historia, el pilar sobre el que se desarrolla esta trama, angeles y demonios en un mismo cuerpo, luces y sombras, porque nadie es bueno y malo en sí mismo si no que las circunstancias que a cada uno le toca vivir y las decisiones que toma les convierten en una u otra cosa.
Con una prosa cuidada, cuasi poética y unos diálogos inteligentes la autora nos lleva a reflexionar sobre temas candentes de la época en la que ambienta, alguno de ellos extrapolables a nuestros días porque todo es cíclico y no todos los temas se resuelven.
Solo me queda recomendaros la que quizás sea la novela más ambiciosa de Paloma por esa trama de espías que introduce y esa intriga que tan bien dosifica, una historia que necesitas que avance y al mismo tiempo te da pena terminar.