La tecnología que ya no te sirve es un tesoro

Por Ecointeligencia @ecointeligencia

La mayoría de los teléfonos móviles, ordenadores, aparatos de música y de vídeo y pequeños electrodomésticos que dejamos de usar en nuestros hogares suelen acabar en el vertedero.

Gran parte de estos residuos electrónicos son tóxicos, no biodegradables y persisten durante centenares de años en el medio ambiente, contaminando la tierra, el aire y el agua, y terminando por afectar a los seres vivos.

Estudios que han categorizado estos desechos nos indican que mitad de ellos se corresponde con los denominados dispositivos personales, es decir, ordenadores, pantallas, aparatos de telefonía, tabletas y televisiones. El restocorresponde a electrodomésticos, como lavadoras y sistemas de climatización.

Es interesante revisar informes recientes sobre los desechos electrónicos para poner cifras que nos acerquen a la magnitud del problema.

La producción mundial de basura electrónica alcanzará los 120 millones de toneladas por año para 2050, de continuar el ritmo actual de producción.

Anualmente, el valor de los desechos electrónicos mundiales se estima en más de 62.500 millones de dólares, cifra que supera el PIB de muchos países.

Los 44 millones de toneladas de residuos electrónicos y eléctricos que se produjeron a nivel mundial en 2017, equivalen a más de 6 kilogramos por cada persona en el Planeta. Esto también sería equivalente al peso a todos los aviones comerciales construidos en toda la historia de Humanidad.

Para 2030 se estima que se desecharán también 11 millones de toneladas de baterías, y para 2025 el peso de unos de los tipos de baterías más populares, las de ion-litio, que se vendan cada año alcanzarán 5 millones de toneladas.

Menos del 20% de los desechos electrónicos se recicla de la manera adecuada, terminado gran parte en los vertederos de los países en desarrollo, exponiendo a sus habitantes a sustancias cancerígenas y peligrosas como el mercurio, el plomo y el cadmio.

Además del impacto sobre la salud, el modelo lineal imperante, basado en el fabricar – usar – tirar, provoca que desperdiciemos materiales valiosos. Hablamos de oro, platino, cobalto y elementos procedentes de tierras raras.

Por eso decimos que nuestra basura tecnológica puede ser un tesoro. Se estima que hasta un 7% del oro presente en el Planeta puede encontrarse actualmente en los residuos electrónicos.

Ante esta situación insostenible aparecen como alternativa los postulados de la economía circular, que nos pueden ayudar a reformular el sistema productivo de la electrónica de consumo, basando el nuevo planteamiento en considerar como recursos lo que ahora entendemos como residuos.

Este nuevo modelo circular aplicado en los productos electrónicos nos ayudará a minimizar los impactos ambientales derivados de su consumo, fortalecer el tejido productivo y a crear empleos sostenibles.

El enfoque que proponemos nos conduce a desarrollar soluciones circulares que incluyen el diseño sostenible de productos duraderos, sistemas de recompra y devolución de productos electrónicos usados, la minería urbana para extraer metales y minerales de desechos electrónicos y la servitización de los artículos electrónicos, sustituyendo la propiedad por el acceso al uso del bien mediante alternativas de alquiler, lo que se ha demostrado que maximiza las oportunidades de reutilización y reciclaje de productos.

También es de destacar el desarrollo relacionado con las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC) encaminado a proporcionar sistemas capaces de recoger, almacenar e intercambiar información útil para los diferentes agentes en las cadenas de valor y de suministro como fabricantes, usuarios, distribuidores, reparadores o recicladores.

A este uso más o menos convencional de las TIC, podemos sumar el empleo de tecnologías habilitadoras procedentes de la Industria 4.0 (Internet de las Cosas, computación en la nube o impresión 3D) que son capaces de proporcionar al sector eléctrico y electrónico propuestas orientadas a alcanzar una producción y consumo sostenibles.

Por tanto, nos encontramos delante una excelente oportunidad para fomentar la sustitución de un sistema que se ha demostrado que no está funcionando a partir de un modelo de referencia, el circular, basado en la innovación y que, para poder ser implementado, tenemos ya disponibles algunas de unas herramientas tecnológicas muy prometedoras.

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