¿La televisión engorda?

Por Sentir @menjasa1

Llego a casa después de un día agotador en el trabajo. Por fin, pienso. Me pongo ropa cómoda, recojo cuatro cosas que han quedado por medio con las prisas de la mañana, voy a la cocina y cojo una cervecita y algo para picar. Finalmente, me siento en el sofá, enciendo la televisión y me relajo.

Esta situación que nos puede parecer tan cotidiana contiene en sí misma una serie de aprendizajes que hemos ido adquiriendo a lo largo de nuestra vida y que nos pueden complicar las cosas si estamos intentando mejorar nuestros hábitos alimentarios y queremos empezar a comer de forma más consciente. Algunos de los aprendizajes que se derivan de esta situación serían:

  •  La comida me entretiene.
  •  La comida me relaja.
  •  La comida es un premio en un día agotador.
  •  El sofá es un lugar adecuado para comer.
  •  Picar algo mientras miro la TV es agradable.

Decir que la televisión engorda nos podría parecer demasiado atrevido, pero si lo pensamos con calma encontraremos una parte de verdad en esta afirmación. De hecho, hay estudios científicos que demuestran esta relación, concluyendo que las personas que pasan más tiempo delante de la televisión tienen, en general, un índice de masa corporal más alto y un mayor riesgo de desarrollar obesidad. Hay dos causas fundamentales de esta relación: Por un lado, ver la televisión es una actividad sedentaria, por lo que el tiempo que pasamos viendo la tele es tiempo que no dedicamos a otras ocupaciones que podrían resultar más activas. Por otro lado, ver la TV y comer son conductas que están fuertemente asociadas y que se retroalimentan: cuando nos sentamos a ver la tele tenemos la costumbre de picar algo, y el acto de picar algo está asociado también al hecho de ver , por ejemplo, un partido de fútbol o un capítulo de nuestra serie favorita.

Además, el picoteo que solemos ingerir frente al televisor suele ser bastante calórico, son justamente las palomitas, las pipas, las golosinas o la bollería lo que solemos asociar con el relax y el sofá, y pocas son las personas que escogerán la fruta o la verdura como snack televisivo. Pero más importante aún que el tipo de comida, es cómo nos lo comemos. Delante de la televisión es fácil que comamos de forma automática, casi mecánica, ya que estamos más pendientes de lo que estamos viendo que de lo que ingerimos. Esto puede hacer que comamos más cantidad de alimento del que realmente necesitamos y que no estemos atentos a nuestras señales de hambre y saciedad.

Además, y como podemos ver en la situación de ejemplo, cuando tenemos tiempo para nosotros y nos queremos relajar, muchas veces utilizamos la TV para desconectar y “no pensar”, para llenar el poco tiempo libre que tenemos. Y es que solemos huir del aburrimiento como si fuera un estado terrible, no sabemos “no hacer nada”, y la comida y la televisión muchas veces nos ayudan a llenar estos vacíos temporales que no sabemos muy bien cómo manejar.

Estas costumbres y aprendizajes, por suerte, no son inmutables y se pueden modificar si ponemos en marcha algunas estrategias como las que os proponemos a continuación:

Limita el espacio dedicado a las comidas: Intenta realizar las comidas siempre en el mismo lugar, evitando comer de pie, en el sofá o delante del ordenador.

Come sin distracciones: Las comidas tienen valor por sí mismas y tenemos que darles ese protagonismo para poderlas disfrutar plenamente y ser más conscientes de la cantidad y el tipo de alimentos que comemos. Así pues, haz la prueba: estate una semana comiendo sin televisión, sin móvil y sin ningún tipo de lectura y observa cómo te sientes.

Busca actividades alternativas para tu tiempo libre: Ver la televisión no es nada malo, pero si éste se ha convertido en el único entretenimiento que se nos ocurre cuando tenemos tiempo libre, tal vez valdría la pena pensar otras maneras de pasarlo bien e ir variando las actividades.

Aceptar el aburrimiento como algo natural: Aburrirse puede ser, incluso, estimulante. Si no escapamos del aburrimiento a toda costa quizás ganaremos un tiempo de tranquilidad con nosotros mismos, un tiempo para pensar, para respirar, para agudizar el ingenio o simplemente, un tiempo para no hacer nada.

No relacionar el placer con el consumo: Pasarlo bien no significa consumir (televisión, comida, compras, etc.). Podemos sentirnos bien haciendo alguna actividad que nos guste, charlando con los amigos o incluso llevando a cabo responsabilidades como hacer gestiones, ordenar o cocinar, que nos harán sentir competentes.

Así pues, ahora que llegan las vacaciones, los días son más largos y cálidos y nuestro tiempo libre aumenta, trata de disfrutar de actividades al aire libre, de una buena conversación o simplemente quédate en casa y disfruta, tal como dicen los italianos, de “il dolce far niente”.