Sepulcro de Constanza
en la Catedral de Barcelona
Entre el imperio y el papado Constanza de Suabia nació en el año 1248 en el palacio real de Nápoles. Era hija de Manfredo de Suabia, rey de Nápoles y Sicilia, y de Beatriz de Saboya, nieta del emperador Federico II. Nadie se podía imaginar entonces que esta pequeña princesa jugaría un papel clave en la lucha por el poder en la Europa del siglo XIII. Manfredo de Suabia era hijo natural del emperador Federico II. Este se había enfrentado con el papado por el poder territorial de media Europa. Mientras los güelfos defendían un poder del Papa más allá de su papel como guía espiritual de la cristiandad, los gibelinos defendían la potestad del emperador para gobernar incluso por encima del papado. El conflicto entre estos dos grandes poderes, espiritual y terrenal, no terminó con la muerte de Federico II. En Sicilia reinaba entonces Manfredo, quien no dudó en aliarse con la corona de Aragón y su rey Jaime El Conquistador para compensar la alianza abierta de la Santa Sede con Francia. La alianza se materializó en el contrato matrimonial entre la princesa Constanza y el infante Pedro, el segundo hijo del rey aragonés. Tenía poco más de 14 años cuando Constanza llegó a Montpelier donde se casaría con Pedro el 13 de julio de 1262. De esta unión nacerían cuatro hijos y dos hijas. Poco tiempo después, el Papa Urbano IV, quien se había opuesto abiertamente a la unión de Pedro y Constanza, excomulgó a Manfredo e inició una cruzada contra Sicilia. En la batalla de Benevento, en 1266, caía muerto el rey Manfredo y ocupaba su trono Carlos de Anjou. Reina de Aragón En 1276 Constanza y su marido Pedro eran coronados reyes de Aragón tras la repentina muerte del heredero. El entonces rey Pedro III recibió las súplicas de sus antiguos súbditos quejosos del gobierno de su nuevo monarca Carlos de Anjou. La mecha se encendió el lunes de Pascua de 1283 en las conocidas como Vísperas de Sicilia en las que el pueblo se rebeló contra el rey francés recibiendo el apoyo de Pedro III quien se encontraba en Túnez librando una batalla. Victorioso el rey de Aragón, mandó llamar a su esposa quien llegó a la isla con sus hijos. Constanza era nombrada reina de Sicilia y su segundo hijo, Jaime, heredero de dicho trono, separando así los destinos de Aragón y Sicilia. Reina de Sicilia Constanza II de Sicilia gobernó su nuevo reino ayudada de un consejo de nobles. La respuesta del papado no se hizo esperar. La excomunión y el ataque de Carlos de Anjou se sucedieron en el tiempo. Constanza, sola y sin el apoyo de su marido, tuvo que defender con gran esfuerzo el reino que un día debería pertenecer a su hijo. La reina no sólo salió victoriosa de la lucha con los franceses sino que llegó a capturar al hijo de Carlos de Anjou quien fue conducido a Aragón por orden de su marido. El 2 de noviembre de 1285 moría su esposo del que se había separado hacía tiempo y del que había tenido que aceptar constantes infidelidades. Su hijo Jaime era proclamado rey de Sicilia ese mismo año acatando el testamento de su padre. El Papa continuó protestando y exigiendo el retorno de la corona a las sienes de los Anjou. La Santa Sede consiguió del nuevo rey de Aragón, Alfonso III, la liberación de Carlos de Anjou a cambio de una tregua con Francia. De nuevo era proclamado rey de Sicilia el francés Carlos. Constanza se sintió traicionada por su propio hijo, quien no viviría mucho tiempo más, pues fallecería en 1291. Quien había sido rey de Sicilia, Jaime, era ahora proclamado rey de Aragón como Jaime II cediendo la corona siciliana a otro hermano, Fadrique. Pero de nuevo la reina sufriría otra traición de uno de sus hijos. Jaime II firmaba el Tratado de Agnani por el que se reconocían los derechos de Carlos de Anjou sobre Sicilia. Esta vez Constanza reaccionó con rapidez e hizo nombrar a su hijo Fadrique rey de Sicilia siendo coronado en Palermo el 25 de marzo de 1296. Constanza viajó hasta Roma para pedir la legitimidad de su hijo e intentó con todas sus fuerzas que la lucha entre sus propios hijos terminara. Al final, en 1302 se firmaba la paz de Caltalbellota por la que don Fadrique era reconocido rey de Sicilia y se casaba con Leonor, hija de Carlos de Anjou. La reina Constanza, cansada y envejecida pero satisfecha de haber mantenido en uno de sus hijos la corona de su amada Sicilia, se retiró a vivir sus últimos días a un convento franciscano de Barcelona. Moría aquel mismo año de 1302. Enterrada en el mismo convento que fue destruido años después, sus restos fueron trasladados a la Catedral de Barcelona donde reposan desde entonces.
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Género: Biografías