La teoría de los cuatro elementos y la alquimia

Publicado el 07 abril 2013 por Joseleg

La teoría de los cuatro elementos y la alquimia

García García José Luís & Sedano Aguilar Wesles Ciertamente autores como Keyser (1990) nos dicen que ni los Egipcios ni los Mesopotámicos se preocupaban por encontrar explicaciones para los resultados de las técnicas que ellos mismos habían desarrollado, aunque en tal afirmación preferimos mantener nuestras dudas, si es cierto que de los primeros pueblos que en verdad poseen una influencia en el desarrollo de una teoría que explica una práctica es en los griegos.

Figura 5. El ambiente geográfico donde surge la alquimia siempre ha sido asociado al mediterráneo oriental con la conjunción de rutas comerciales entre Grecia, Anatolia, Siria, Egipto y Persia.

Según Keiser, podemos observar que la alquimia lejos de ser una construcción puramente mística, en realidad trataba de basarse en explicaciones naturalistas de la realidad,  así como presenta intentos de una matematización y también presenta el surgimiento de anomalías, muy temprano en su desarrollo.

Figura 6. Anaximandro.

Nos concentraremos en la alquimia occidental, en la cual los primeros monistas tuvieron una influencia fundamental. Para los primeros monistas, todo se podía explicar en términos de una sustancia fundamental, provista de propiedades cuasi vivas, que constituía a todas las demás. Un ejemplo de lo anterior es Tales de Mileto, para quien esa sustancia fundamental era el Agua (Roller, 1981).

Figura 7. Tales

En este punto se desata la primer gran similitud de la historia de la alquimia con los procesos descritos por Kuhn, específicamente lo que Kuhn llama estado de pre-paradigma, en la cual varias escuelas se enfrentan con teorías opuestas para ver cuál es la más aceptada. 

Figura 8. Anaxímenes

Para Tales era el agua, pero para otros podía ser otra cosa, por ejemplo para Anaximandro era el Ápeiron “una sustancia no definida que no era ni agua, ni aire, ni tierra, ni fuego” (Asmis 1981), para Anaxímenes es el viento (Graham, 2003), para Heráclito era el fuego (Reeve, 1982). Había otro grupo de escuelas que no era monista si no pluralista, en esta se decía que el origen de todas las cosas descansaba en varios principios independientes, pero no muchos. 

Figura 9. Heráclito

En la escuela de los pluralistas se encontraban  Empédocles con sus cuatro elementos “aire, agua, fuego y tierra” (Long 1949), Anaxágoras y sus “semillas” (Lewis, 2000) y Demócrito y su átomo (Horne, 1963). Las anteriores son escuelas en competencias pre-paradigma, las cuales comparten muchas de las características establecidas por Kuhn, por ejemplo, una falta de especialización, un bajo nivel de profundidad en sus explicaciones, las cuales son más bien generalizaciones de observaciones escogidas por los miembros de determinadas escuelas, y lo más importante, que algunas de estas escuelas reaparecerán durante el periodo en que la alquimia pierda su legitimidad como paradigma, pero sobre este punto volveremos más tarde.

Figura 10. Empédocles.

Aparentemente, una de las escuelas triunfantes en este periodo fue la de los elementos de Empédocles, escuela en la cual autoridades antiguas tan prestigiosas como Platón y Aristóteles trabajaron de manera intensa (Keyser, 1990) la cual persistió como núcleo del pensamiento alquímico hasta el siglo XVII. Esto implica que, la doctrina de los cuatro elementos es uno de los fundamentos básicos del paradigma de la alquimia.

Figura 11. Platón

El diagrama de los cuatro elementos es atribuido a Aristóteles, uno de los autores más influyentes en la edad media tanto en la Europa Cristiana como en el imperio Musulmán. En el modelo Aristotélico todo está hecho de la combinación de los cuatro elementos. En este modelo, cada elemento está asociado a una pareja de principios fundamentales que le otorga sus propiedades caliente/frio, seco/húmedo, estos al igual que nuestros quarks nunca pueden ser observados de manera individual, siempre vienen en parejas manifestados como un elemento especifico. Cada elemento posee un lugar natural y un movimiento natural hacia arriba y hacia abajo, por ejemplo el agua y la tierra tiende hacia abajo a agruparse en torno a un núcleo mientras que el aire y el fuego tienden hacia arriba (Keyser, 1990).

Figura 12. Platón siendo guiado por su discípulo Arostóteles.

Es gracioso como, esto sumado con una percepción de perfección de la esfera hace que el modelo de Aristoteles prediga que la Tierra posee una forma perfectamente esférica y no plana como las mitologías del cercano oriente la representaban. El establecimiento aproximado de la circunferencia de la tierra e el periodo Helenístico sería una observación que concordaba con el paradigma alquímico de los cuatro elementos. Sin embargo como estos elementos solo se movían para arriba y para abajo, Aristóteles empezó a tener ya problemas con su modelo, por lo que se inventó una explicación ad hoc para el movimiento de sus planetas.

Figura 13. Símbolos de los cuatro elementos de la teoría alquimista clásica.

Para Aristóteles los planetas se debían mover en oprbitas perfectamente circulares, y dado que ninguno de sus elementos hacia eso naturalmente, Aristóteles se sacó del sombrero un quinto elemento que si se movía de manera circular, el éter, sobre el cual los errantes planetas se desplazaban alrededor de la Tierra. El modelo de Aristóteles explica la transmutación como el cambio en la proporción de los principios fundamentales, por lo cual el agua se convertía en tierra cuando lo húmedo se evaporaba y su estado de sequedad se incrementaba. La tierra se convertía en fuego a medida que su nivel de calor se incrementaba. El fuego se convertía en aire a medida que su nivel de humedad se incrementaba, y el aire se convertía en agua a medida que su nivel de calor disminuían (Keyser, 1990; Martinon-Torres & Rehren, 2005)

Figura 14. Diagrama que representa la configuración de la teoría clásica de los cuatro elementos.

Aun en este periodo tan inicial de la teoría alquímica, los intentos de matematizar la Alquimia fueron evidentes, y aunque ni Anaxímenes ni Aristóteles lo intentaron, Platón sí que lo hizo (Keyser, 1990). Detendremos aquí la introducción a la teoría alquímica puesto que es la parte más naturalista hasta el momento, la cual obvia todo el ingrediente espiritual. Hasta este punto tenemos que, tenemos un momento de pre-paradigma en la que varias escuelas ya sea de monistas o de pluralistas compiten por ver quien explica mejor las cosas. Finalmente decantamos en que una de esas escuelas, el de los pluralistas de los elementos clásicos parecen obtener la ventaja ya que autores inmensamente influyentes parecen asumir esta escuela como la más legítima “Platón y Aristóteles”. La explicación Aristotélica no era, en si carente de sustento empírico, por ejemplo explica la evaporación. El agua al incrementar su nivel de calor se transforma en aire. También encontraba su explicación en otras observaciones, por ejemplo las sustancias hechas de tierra y agua, las cuales se solidificaban por calor debido a que el calor sacaban al agua “convirtiéndola en aire” y dejando la tierra, siempre y cuando no lo calentaras mucho. PRINCIPAL REGRESAR