El género fantástico en España no es un género demasiado valorado, salvo honrosas excepciones. Afortunadamente, esta situación está comenzando a cambiar poco a poco. Gracias al trabajo de una joven generación de escritores, empezamos a conocer y a apreciar obras atípicas y sorprendentes, como esta que nos ocupa.
La Tercera Cara de la Luna, escrito por Ángel Luis Sucasas y publicado por Fábulas de Albión, supone una bocanada de aire fresco en el panorama del relato nacional. Ya en su prólogo, El Carnaval de la Imaginación, Félix J. Palma, abanderado del género fantástico español, nos hace una declaración de intenciones sobre lo que vamos a encontrar en sus páginas. Se trata de una colección de trece relatos llenos de elementos fantásticos, bizarros y extraños. Por sus páginas desfilan todo tipo de criaturas, que van desde los licántropos más peligrosos hasta entidades creadas para el placer, seres planetarios que sobreviven entre montones de chatarra, fantasmas en el sentido clásico de la palabra, magos, etc.
Todos estos cuentos están imbuidos de una profunda originalidad y hacen gala de la gran imaginación del autor, que no duda en recurrir a los mitos más conocidos para darles otra vuelta de tuerca y acercarnos una fantasía extraña y retorcida. De esta forma, el primer relato del libro, Un Cuento de la Dama Blanca, aporta una nueva visión de la licantropía que no desmerece a las nuevas creaciones de Anne Rice. También es ingeniosa la nueva interpretación que se da de un género como la Ciencia Ficción, que últimamente no para de darnos agradables sorpresas. Así, el libro hace un repaso por las diferentes tendencias de lo fantástico, desde las más clásicas hasta las corrientes más vanguardistas.
A este respecto cabe destacar la variedad de influencias del autor, procedentes no sólo de la literatura más canónica, sino también de los cómics, las series de televisión más vanguardistas y los juegos de consola y ordenador. Toda esta amalgama ha dado lugar a un imaginario colectivo del que se nutren sus historias. Es decir, el autor toma mitos ya existentes y los reinterpreta a su conveniencia, dando lugar a una mirada fresca que cuenta con la complicidad del lector. Tal vez el más arriesgado sea Omeyocán, tanto desde el punto de vista del lenguaje (está escrito en lengua mexicana, usando su argot y sus giros), como el de la trama, tal vez excesivamente cruel. Es el contrapunto a otros relatos más fríos o que discurren por cauces más placenteros. Otro de los protagonistas del libro es el lenguaje en toda su plenitud. No se tratan de relatos de serie B, escritos recurriendo a los tópicos del género, sino que poseen una cuidada envoltura. Ángel Luis Suscasas no es un extraño ni un recién llegado a este género, ya que cuenta con haber participado en varias antologías de corte fantástico, así como obras como Hamelín, El Encuentro o Savanna.
Se trata por tanto de un libro que merece ser leído con atención para poder disfrutarlo. Esperemos que sea un adelanto de lo que el género fantástico español tiene que decirnos y que Ángel Luis Suscasas sea un abanderado de este nuevo movimiento que acaba de llegar.