La tertulia

Publicado el 16 diciembre 2012 por Miguelmerino

Es proverbial decir que una reunión de hombres con algún propósito u objetivo puede ser un  partido político, una sociedad mercantil, un sindicato, un ejército, un club privado o un club de fútbol. Pero cuando esa reunión no tiene propósito u objetivo alguno, entonces es una tertulia.  

Luis Carandell, Las habas contadas, Espasa, 1998

Esta entrada viene a cuento del experimento bloguero realizado en fecha tan señalada como fue el 12-12-12, a propuesta de La Inspiración y Dessjuest y bajo el nombre de: Conviértete en tertuliano.

Dice Corominas en su Diccionario etimológico (manejo la edición abreviada de Círculo de lectores):

Tertulia: ‘Cierta parte del teatro’, h.1630, ‘reunión de gente para discutir y conversar’, 1739. Origen incierto. Es verosímil que se diera el nombre de tertulianos, med. s. XVII, a los espectadores más cultos, por las alusiones que se hacían a Tertuliano en los sermones y cenáculos del s. XVII, y que de ahí se extrajera tertulia como nombre de la parte del teatro donde se sentaban estos espectadores, o como nombre de los cenáculos más o menos eruditos. Esta aplicación del nombre de dicho Padre de la Iglesia se hacía en parte por su fama propia, pero también parece haber contribuido mucho a ello la interpretación de su nombre como ter Tullius ‘el que vale tres veces como Tulio (o sea Cicerón), interpretación fundada en la corrupción de un pasaje famoso de San Agustín (donde philosophaster Tullius se convirtió en philosophus ter Tuliius)’.

DERIV. Tertulio, 1695, y más tarde contertulio o tertuliante, 1759. Tertuliar, amer.

El Diccionario de la Real Academia recoge el término en su primera edición (de autoridades S-Z) de 1739 como: 1 La junta voluntaria, o congreso de hombres discretos para discurrir en alguna materia. 2 Se llama también la junta de amigos y familiares para conversación, juegos y otras diversiones honestas. Y una acepción referente al teatro que no viene al caso. Así se ha mantenido más o menos invariable hasta la actualidad, que en su 22ª edición lo recoge como:

tertulia.

(De or. inc.).

1. f. Reunión de personas que se juntan habitualmente para conversar o recrearse.

2. f. En los antiguos teatros de España, corredor en la parte más alta.

3. f. En los cafés, lugar destinado a mesas de juegos de billar, cartas, dominó, etc.

4. f. Arg. y Ur. luneta (‖ asiento de teatro).

5. f. Cuba. Conjunto de localidades situadas en el piso alto de un cine o teatro.

Aunque Corominas hace derivar de tertulia: tertulio y contertulio, lo cierto es que está mucho más extendida la voz: tertuliano, como integrante de una tertulia.

El Diccionario de la Real Academia lo recoge por primera vez en la ya mencionada edición de 1739 como: El que asiste o concurre a la tertulia con sus amigos para divertirse A partir de 1822 y siempre según el D.R.A.E. ya no era necesario acudir para divertirse y así dice: El que asiste o concurre a una tertulia. En 1927 da carta de naturaleza al femenino y ya entra la palabra tertuliana ¡menudo avance! Y así hasta nuestros días, en que sigue teniendo el mismo significado.

Todo este preámbulo, con apariencia erudita y realidad pedante, me sirve para destacar dos cosas:

La primera: que una tertulia no es eso que estamos acostumbrados a oír, sobretodo en la radio, donde unos prepotentes con pintas, nos hablan de economía, política doméstica, internacional, alimentación y el sursum corda. Una tertulia es una reunión de amigos, para charlar sobre lo divino y lo humano, sin aspiraciones doctorales y con el único objetivo de divertirse.

Y la segunda: que con las premisas anteriores, el objetivo ha sido plenamente conseguido, puesto que nos hemos reunido un grupo de amigos (aunque algunos ni nos conocíamos, eso no le quita ni un ápice de autoridad a la palabra amigo en este caso) para hablar de lo divino, poco, más bien nada y de lo humano, mucho y bien. Y sobre todo para divertirnos.

Muchas gracias a los Organizadores (tertulianos también ellos) y al resto de tertulianos, por hacer posible estos momentos de diversión, que tanta falta nos hacen.