La última extinción de tales magnitudes ocurrió hace 65 millones de años, y en el día de ayer estuvimos hablando de ella y sus nuevas teorías. El colosal choque que provocó el meteorito acabó con la vida de numerosas especies animales y vegetales, donde destacan los dinosaurios. Pero si nos trasladamos al día de hoy, las cifras que nos encontramos son dramáticas, en total, 322 especies sólo de vertebrados han desaparecido en los últimos 500 años. Y en el caso de los invertebrados, su número de especies ha descendido a la mitad, al mismo tiempo que la población humana se duplicaba. Esta espantosa desaparición es lo que los científicos llaman la defaunación del Antropoceno, un terrible término que si llega a un punto irreversible quedará en nuestra memoria para siempre.
Algunos dirán que actualmente la protección de animales ha aumentado considerablemente, y sí que es verdad. Ejemplos son los rinocerontes blancos, los osos pandas y los tigres; pero los científicos alertan que hay que proteger a todas las especies en riesgo por igual, ya que la desaparición de un pequeño escarabajo, puede acabar con el ecosistema donde habitaba. Además insectos, babosas, crustáceos, arácnidos y otros seres son fundamentales para la polinización, es decir, en el caso de que desaparezcan puede originarse un nuevo medio donde a los humanos nos sería imposible vivir, llevándonos a la extinción.
Después de todas estas posibles y terribles situaciones, surge la pregunta: ¿es posible dar marcha atrás? El zoólogo Philip Seddon (Universidad de Otago, Nueva Zelanda) cree que la lucha contra la desaparición de la biodiversidad todavía no está perdida, y podemos solucionar esta situación a través de la creación de nuevas aéreas salvajes. Aéreas donde se introducirían especies para que se establezcan nuevas poblaciones y además crearán su hábitat donde vivir en libertad. Esta solución puede incluir la polémica práctica del reemplazo ecológico, donde se soltará una especie sustituta de la que anteriormente estaba, originando de nuevo el ciclo biológico. El mejor ejemplo de esta práctica es la tortuga gigante de Aldabra que fue la sustituta de la tortuga de Mauricio, en el ecosistema de las isla homónima.