La timidez puede ser una gran virtud

Publicado el 30 octubre 2016 por Miguel Ángel Jordán @M_A_JORDAN

-A juzgar por su manera de hablar –dije-, usted también debe ser un buen escritor.

-Los charlatanes nunca escriben. Sólo hablan y hablan.

La librería ambulante. Christopher Morley

¿Eres tímido? No hace falta que se trate de una timidez paralizante, que te dificulte la relación con la gente que te rodea. Repito la pregunta, ¿eres tímido? Voy a hacer una pequeña lista de manifestaciones de timidez para que te resulte más fácil responder.

Si eres tímido…:

-Te resulta incómodo hablar en público.

-Te sientes algo cohibido en presencia de gente que no conoces.

-Prefieres permanecer en un segundo plano y no ser quien lleve el peso de la conversación.

-Cuando hablas, tiendes a que tus intervenciones sean breves para no acaparar demasiado la atención de los demás.

-Te cuesta llevar la iniciativa cuando te presentan a alguien.

¿Cómo ha ido? Ya ves que no se trata de cosas raras ni extraordinarias. Yo creo que casi todos tenemos cierto grado de timidez, aunque puede ocurrir que, con el tiempo, la vayamos dominando o superando.

No voy a hablar sobre el carácter, cuánto se debe a la genética, cuánto al entorno, etc. Ni soy experto, ni es la finalidad de esta entrada. Aquí me voy a centrar en la relación entre timidez y escritura desde mi punto de vista. Aunque en realidad ser introvertido y tímido no es exactamente lo mismo, aquí utilizaré el segundo término para hablar de las dos cosas. Esta no es una entrada “científica” sino una reflexión que espero que os interese

Todos tenemos muchas cosas qué decir. Más de las que creemos. Cada persona es un mundo repleto de sueños, sentimientos, ideas, proyectos,  experiencias… Ese mundo se enriquece con la reflexión. Los tiempos de silencio, en los que elaboramos nuestras ideas, examinamos nuestra actitud, valoramos las opiniones de los demás, etc. nos ayudan a forjar nuestra personalidad, a configurar nuestro modo de pensar, a fundamentar los principios sobre los que basamos nuestra vida. Si no hay silencio y reflexión, posiblemente nos limitemos a vivir por inercia. Y eso acaba pasando factura antes o después.

Hay personas que hablan sin parar. Se podría decir que sienten la necesidad de retransmitir sus pensamientos y sus vivencias. A veces, son tan profundas e inteligentes que todo lo que dicen tiene sentido y es interesante. Sin embargo, no es raro que los que hablan mucho terminen agotando a su audiencia. Sobre todo porque cuando se habla no se escucha. Y estar mucho tiempo con alguien que emite pero no recibe suele hastiar. También están los que no abren la boca más que para comer. Por más que les preguntas solo pronuncian monosílabos y parece que hasta esa tarea les resulte costosa. La consecuencia suele ser que la gente huye de su compañía porque se producen silencios embarazosos o simplemente es aburrido.

Pero, además de otros muchos casos dentro de este amplio abanico de conductas, con cierta frecuencia encontraremos personas cuyos silencios no repelen sino todo lo contrario. Me refiero a aquellas personas algo tímidas, que no se esfuerzan para defender su porcentaje de tiempo en una conversación, que pueden parecer ajenas a lo que se dice, aunque no es así, y que casi pasan inadvertidas dentro de un grupo. Sin embargo, cuando se habla con ellas a solas, o en compañía de gente entre la que se sienten cómodas, esas mismas personas silenciosas no dudan en hablar con soltura y mostrar sus sentimientos. Quizá cueste algo de tiempo y esfuerzo ganarse su confianza, pero cuando se logra desparece la rigidez en el trato o la actitud reservada, al menos en parte.

Ese tipo de personas, bastante frecuente en cualquier parte, goza habitualmente del respeto y la estima de muchos de sus compañeros, ya que suelen evitar las polémicas, casi nunca ofenden a nadie con bromas pesadas y, lo más importante, saben escuchar. Sus comentarios tienden a ser acertados y valorados como tales por los que les escuchan. Y, cuando vencen su timidez y se hacen oír ante un grupo numeroso, el hecho de que se trate de algo poco frecuente e incómodo para esos involuntarios protagonistas hace que los demás los escuchen con más interés.

Los ratos de silencio, de escucha atenta, de reflexión, de lectura (no es raro que sean grandes lectores) han enriquecido su mundo interior y, por eso, tienen mucho más que aportar que aquellos que solo viven hacia afuera. Y por eso, tampoco es raro que entre esas personas haya bastantes con afición por la escritura. Porque, al fin y al cabo, todos necesitamos comunicarnos, compartir nuestra vida, abrir nuestra mente y dar vida a nuestras ideas e ilusiones. Podemos hacerlo de palabra pero, para eso, tenemos que vencer la natural reserva a mostrar nuestra intimidad y, más importante aún, tenemos que gozar de la confianza de alguien que sepa valorar todo eso que compartimos y que nos escuche sin impaciencias. ¿Conoces a ese alguien? Genial. Cuida esa amistad y no permitas que nada la estropee. Pero, independientemente de que sea así, no es raro que no nos baste y elijamos otro modo de comunicación: la escritura.

Cuando escribimos, no tenemos miedo de estar robándole tiempo a nadie, o de aburrirle o cansarle. Quien quiera leernos, que nos lea. Y el que no, que no lo haga. Podemos plasmar nuestra imaginación con todo lujo de detalles. Dar rienda suelta a nuestra creatividad. Expresar emociones -propias o ajenas-, analizar actitudes, contrastar puntos de vista… Dar vida a ese mundo interior que todos tenemos y debemos alimentar. Porque sin interioridad somos cuerpos sin alma.

¿Eres tímido? Pues no sabes la suerte que tienes. Porque esa timidez, bien orientada y moderada, te facilitará el cultivo de esa interioridad. Tu tendencia al silencio, siempre que no te aísle de los que te rodean, afinará tu percepción. Además, hace más falta gente que escuche que gente que hable. ¿Eres tímido? Aprovecha ese regalo de la naturaleza y pon tu creatividad al servicio de los demás. No dejes que tu mundo sea solo para ti. Busca el modo de compartirlo con los que te rodean. Seguro que hay muchas cosas en él que les gustarán y les servirán de ayuda. ¿Eres tímido? Cumples uno de los requisitos para llegar a ser un buen escritor; por algo se empieza

A continuación os pongo una charla que os puede resultar interesante. A mí me gustó mucho. Está en inglés, pero hay subtítulos en castellano para quien los necesite