El hombre es el único animal que tropieza en la misma piedra dos veces, y a pesar de las experiencias previas, y de conocer la baja relación calidad-precio que prestan en las cafeterías del Real Grupo Cultura Covadonga, hoy volvemos a la Sidrería La Tonada en la Guía de Gijón,
La sidrería está situada en la zona de la Guía, Paseo Dr Fleming 1193, en la misma rotonda de acceso a la ciudad por El Piles y El Molinón, aunque tienen otro local en el barrio de Montevil. Disponen de una terraza exterior, y en el interior, de una amplia zona de barra con mesas para comer en la planta baja, así como un comedores amplios en el comedor del primer y segundo piso. En estos comedores no se escancia sidra y disponen de escanciadores automáticos centralizados, junto a las mesas, donde te cobrar por culines. Un carta amplísima que se puede consultar en su web, donde también puedes realizar reservas o consultar sus menús especiales.
Para empezar, pudimos probar los calamares, las croquetas y el pastel de cabracho. Las croquetas se salvaban, pero los calmares durísimos y un rebozado que se desprendía. El pastel de cabracho, sabor insulso y demasiado triturado. Nada recomendable.
Para comer pude probar dos cosas. Por un lado, arroz con marisco. Ración mínima para dos personas. De sabor bueno, aunque con menos colorante supongo que no debería saber peor. El arroz estaba pasado y el marisco bastante seco con lo que deduzco que era todo congelado.
Por otro lado, el denominado cachopón de jamón y queso, un cachopo como una toalla de manos, de 40 € con el que fácilmente podrían comer cuatro personas. Grande, sí, pero su valor gastronómico más bien bajo. Un rebozado tipo San Jacobo, la carne totalmente insípida, el jamón muy grueso y el queso excesivo e insípido.
Sobro comida para que hubieran comido otras cuatro personas sin lugar a duda, con lo que el camarero bien nos podría haber llamado la atención sobre el exceso de comida que estábamos pidiendo, pero ya me paso algo similar en la Tonada de Montevil.
Para beber vino blanco, el cual pedimos por descarte, ya que las dos primeras opciones que escogimos no tenían. De postre un helado, para no arriesgar. El pan está bien, ya que te dan varias opciones dentro del cesto, uno de maíz, otro con cereales...El precio fue de aproximadamente unos 30 € por cabeza, teniendo en cuenta que sobro muchísima comida. Relación calidad precio baja. Un lametón y no creo que vuelva.
Epilogo. No tiene precio ver como se deleitan los turistas pidiendo "sidriña" (sin que nadie les corrija) y la tomen como si de un chato de vino se tratara. La verdad, es que no hay nada como visitar algún restaurante como este, para poner en valor otras visitas.