La culpa de todo esto es del señor Kurt Sutter, él y su equipo de guionistas hacen lo que muy pocos se atreven hoy en día en la televisión americana: tirar toda la carne en el asador. Esta temporada sigue el modelo que Sutter aprendió en The Shield y que mostró en los últimos 2 episodios de la primera temporada: intensidad subida hasta el 11, un grupo de personajes sólidos como la roca y una serie de circunstancias externas inteligentemente dispuestas para mostrar sus emociones en bruto. La procesión interna de Gemma, la vuelta a las raíces de Jax, la terquedad de Clay, el arrepentimiento de Tig, el luto de Opie, las dudas de Tara, son todas piezas de un puzzle magistral, una coreografía de personajes profundamente humanos que baila al ritmo de una historia hilada con mano experta. El mayor enemigo al que jamás se tuvo que enfrentar SAMCRO, el inteligentísimo Ethan Zoebelle y su Liga de Nacionalistas, nos llevó a descubrir las inseguridades de unos personajes mucho más vulnerables de lo que aparentan y los conflictos internos de lo que parecía un club de moteros pero en realidad es una auténtica familia.
No se qué nos tiene preparado el bueno de Kurt para mañana con el final de temporada, pero yo no dudo ni un segundo de que va a ser por lo menos igual de genial que lo visto hasta ahora. Sons of Anarchy es para mí, sin lugar a discusión, la mejor serie de la actualidad y mañana se despide la temporada que la va a encumbrar. No sé ustedes, pero yo no puedo esperar.