Tras esos problemas de salud padecidos en Junio que comprometían seriamente mi participación en la “XXXII Subida Internacional Granada-Pico Veleta”, no tuve más remedio que trasladarme en la segunda quincena de Julio a Segovia con el propósito de entrenar intensamente en semialtura para poder llegar el 7 de Agosto a Granada con algunas garantías de finalización.
Semanas de esfuerzo físico muy exigente en la ciudad del Acueducto que lograron recuperar gran parte de lo perdido por una salmonelósica tortilla de patatas servida en un desalmado establecimiento hostelero de la Hoya de la Mora que nunca recomendaré. Todos los días, sin descanso ninguno, cerca de dos horas y media de entrenamientos que culminaron en mi particular “Semana Fantástica”, nunca hasta la fecha igualada pues el domingo 31/07/16 completaba a modo de test mi particular reto anual “Segovia-Bola del Mundo” (34 km. con desnivel positivo de 1.300 m. que completé esta vez con récord personal) y el siguiente domingo (07/08/16) la “Granada-Pico Veleta” (50 km. con desnivel positivo de 2.800 m.). En realidad, estas distancias fueron mayores pues la segoviana la suelo incrementar en 4 km. de bajada hasta el Alto de Navacerrada donde me vienen a recoger para volver a Segovia (algunos años he regresado por mi propio pie) y la granadina, lamentablemente en 10 km., por los problemas de la organización de los transportes que me aconsejaron descender un tramo por mi cuenta so pena de sufrir una hipotermia en la cumbre del Veleta (a menos de 10 grados centígrados en pleno Agosto) esperando los escasos minibuses que nos trasladaban hasta el telesilla más cercano y luego por una avería en el autobús que nos llevaba desde Pradollano a Granada y que me obligó a llegar hasta el hotel a pié (hotel del que partía a las 6:30 h. hacia la salida y llegaba de vuelta a las 18:30 h.).
De lo vivido durante la prueba me quedo con la sensación de haberla completado razonablemente bien pese a no encontrarme en plenas condiciones físicas, sin llegar a sufrir ningún momento agonístico de esos que luego ensombrecen los recuerdos devaluando la experiencia personal. Bien es cierto que a todo ello contribuyó el planteamiento conservador elegido, que me llevó a salir exactamente el último y sin ninguna pretensión de tiempo, para ir remontando durante la prueba a unos 300 participantes cuyo optimismo de partida fue seguro superior al mío.
Muchos aseguran que la “Subida Granada-Veleta” es la prueba más dura del mundo sobre asfalto y no soy yo quien lo vaya a negar pues de los 50 km. de ascensión, gran parte de ellos a más de 2.000 m. de altitud, solo hay unos escasos 300 m. de imperceptible bajada. Pero sin duda no es comparable a Marathon-15% (42,195 km. de pendiente constante al 15% y 6.232,86 m. de desnivel positivo), aun cuando esta no registró un ascenso real terrestre al realizarla en cinta de correr. Así me lo testimoniaron algunos participantes tras finalizar, conocedores de mi singular récord mundial.
En la Crónica 33 de mi libro, hago mención a “Lo que no podemos controlar” y ahora me acuerdo de aquella maldita tortilla, ajena a mi responsabilidad, que desgraciadamente me encontré y rápidamente supe olvidar para ocuparme de lo que sí podía mejorar…
“¿Debería ser un problema la imposibilidad o en todo caso aquello que siendo posible no podemos controlar? Desde luego no, a no ser que nuestra mayor afición sea la de buscar con la cabeza las paredes más duras para quererlas golpear. Pero quizás esta visual metáfora no sea tan inusual pues el comportamiento habitual ante los problemas suele dejarse llevar por un deseo de quererlo todo solucionar, sin distinguir lo que es posible de lo que no por encontrarse generalmente fuera de nuestra autoridad. ¡Cuántas energías podríamos ahorrar si nos dejáramos de preocupar por todo lo que no podemos gobernar para ocuparnos solo de lo que si podemos solucionar…!”
Saludos de Antonio J. Alonso