Motivado por ingresar a la Unión Europea (UE), el gobierno turco procuró ampliar las medidas para evitar la tortura, prohibida por la legislación nacional y castigada con un mínimo de tres años de prisión.
Las personas detenidas tienen derecho a contar con un abogado de enseguida después de ser detenidas y no pueden estar en prisión sin comparecer ante un juez más del plazo estipulado. Pero las disposiciones pueden suspenderse si se trata de un presunto terrorista.
Pero la tortura está lejos de ser historia en Turquía.
Los casos de tratos inhumanos disminuyeron de forma sostenida en los primeros años que siguieron a la implementación de la política de “tolerancia cero”, pero volvieron a duplicarse en 2008, según la Asociación de Derechos Humanos de Turquía.
Todavía no se conocen los datos oficiales de 2009, pero IPS pudo acceder a información que indica que los casos de torturas estarían un poco por encima de los registrados en 2004, cuando la Asociación contabilizó 1.040 incidentes.
“El mayor problema de Turquía es su mentalidad”, dijo a IPS Necdet Ipekyuz, médico de la Fundación de Derechos Humanos de Turquía, que ofrece asistencia gratuita a víctimas de malos tratos.
“Los sospechosos son inocentes hasta que se pruebe lo contrario”, señaló. “Esa mentalidad no está arraigada en las fuerzas de seguridad”, añadió.
El ministro de Justicia de 2008 informó que 4.719 personas habían denunciado torturas, malos tratos y uso excesivo de la fuerza en 2006 y en 2007.
Los métodos de tortura más empleados en Turquía son golpes, música a volúmenes muy altos y diversos tipos de amenazas, dijo a IPS Sezgin Tanrikulu, especializado en derechos humanos y ex presidente de la Asociación de Abogados de Diyarbakir, de la provincia de mismo nombre.
“Se tortura a la gente en la calle, cuando está privada de libertad y en centros de detención oficiales y clandestinos y en las cárceles”, apuntó Tanrikulu.
“Antes la gente permanecía presa entre 15 y 20 días, sometida a descargas eléctricas, colgada o quemada con cigarrillos”, señaló Ipekyuz, también ex presidente del capítulo local de la Asociación Médica de Turquía.
“Todavía ocurren esas prácticas, pero son más raras”, apuntó. Los métodos actuales son golpes y torturas psicológicas, como amenazas e insultos.
Los malos tratos se han vuelto menos violentos por la disminución del conflicto entre el gobierno turco y el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), una guerrilla izquierdista de kurdos que pueblan el sudeste de Turquía. También por las reformas legales, en especial la que apunta a armonizar la legislación local con la de la UE, y a la lucha de la sociedad civil, indicó Ipekyuz.
También cambiaron los fines por los cuales se recurre a la tortura.
“El desarrollo tecnológico hace más fácil la vigilancia y el seguimiento de personas, las escuchas telefónicas, la lectura de correos, la grabación de voz a larga distancia y la recolección de pruebas”, dijo a IPS Ipekyuz.
“El objetivo no es lograr que la gente hable, sino que reconozcan” lo que la policía pretende documentar en conversaciones grabadas, señaló.
Otro asunto importante es la edad de la víctima de malos tratos. Se torturan más menores que antes, según Tanrikulu.
Hace unos años, “pocos menores denunciaban malos tratos ante la Fundación de Derechos Humanos”, coincidió Ipekyuz. “Ahora hay adolescentes de menos de 15 años”, apuntó.
Los menores son torturados en manifestaciones, sufren amenazas verbales e insultos cuando están detenidos, según Ipekyuz. “La policía les dice ‘te vamos a matar, te vamos a desaparecer, no te dejaremos ir a la escuela, nunca volverás a ver a tu familia le haremos esto y lo otro a tu madre y a tu padre, eres un separatista’”, dijo el médico a IPS.
Desde 2006, miles de menores son detenidos y procesados como presuntos terroristas, al parecer por participar en manifestaciones no autorizadas, según un informe de Amnistía Internacional, con sede en Londres.
Los menores también son golpeados en vehículos policiales y en la prisión, donde permanecen hasta meses detenidos.
“Hasta el mínimo problema puede justificar la tortura”, denunciaron en enero padres de menores acusados de terrorismo en una prisión de la meridional ciudad de Adana. También señalaron que los rociaron con agua fría, los golpearon con caños de plástico y les pusieron sal en las heridas.
Un asunto que no ha cambiado es la impunidad que gozan los torturadores.
“La protección administrativa se mantiene. Los jueces toleran la tortura. Los fiscales también y no se permiten realizar investigaciones”, dijo a IPS Tanrikulu.
Tras una serie de manifestaciones violentas en marzo de 2006, que dejaron a varias personas muertas en la sudeste del país, la Asociación de Abogados de Diyarbakir presentó ante altos funcionarios 76 demandas por torturas. Ninguna de ellas fue procesada, según el abogado kurdo, quien entonces se desempeñada como presidente de la organización.
La impunidad no está limitada al sudeste del país. Sólo dos por ciento de los 2.140 policías sujetos a investigaciones administrativas por practicar torturas y malos tratos entre 2003 y 2008 fueron castigados, concluyó una investigación de la comisión de derechos humanos de la Gran Asamblea Nacional.
Fuente: http://www.ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=95325