Señores: Durante los últimos días, no son pocos “activistas” y gentes por lo general de izquierdas o “intelectuales” que han lamentado una oleada de cierres en Nueva York. Lamentan el cierre de tiendas “de toda la vida”, independientes, a favor del lujo o como dicen en inglés “gentrification” (lo que en español podemos llamar “señorialización” o “aburguesamiento” de una urbe otrora en decadencia). Desde los inicios del gran alcalde republicano Giuliani y terminando con el otro magnífico alcalde republicano Bloomberg, el proceso ha sido lento pero sin pausa: Nueva York se está transformando para pasar a convertirse en un “Hong Kong” o “Dubai” (con agua). Eso, obviamente, molesta a no pocos izquierdistas – sobre todo los amigos de hacer lo que les dé la regalada gana con el dinero del contribuyente.
Lo cierto es que las cosas cambian y no siempre como a tí te gusten. Lo sé por experiencia. Esta semana ha cerrado la famosa librería “clásica” Rizzoli y hubo una manifestación a sus puertas lamentando que se abrirá probablemente otra sucursal bancaria en su lugar u otro restaurante solo para gente con “mucho dinero” (como si el lujo fuera algo malo). En la zona del “downtown” de Manhattan, también echan el cierre “Pearl Paint” y la famosísima tienda de música y vinilos “J&R”. La librería francesa que era el inquilino más antiguo de “Rockefeller Center” ahora es una tiendecilla que vende ositos hechos de diamantes.
Pero incluso, lo que hace tan sólo 2 años o menos abrió sus puertas, ahora pone en duda su futuro. Ahora me refiero a cadenas de “fashion rápido” para las masas no muy sofisticadas tipo Uniqlo, H&M y Abercrombie (sí sí, lo siento jovenzuelo). Las ventas de estas tiendas de precios “moderados” han caído en picado.
Hay una “burbuja” de lujo. Nordstrom llega a la calle 57 de Manhattan (ya de por sí una calle millonaria). Las calles dedicadas exclusivamente a los “ricos” o turistas ricos (escapándose de los altísimos impuestos en sus países europeos de origen) están mejor que nunca. Los dueños de los edificios están desahuciando a inquilinos de “toda la vida” porque sueñan con Longchamp y James Perse. O en caso contrario, simplemente tiran los edificios para permitir la construcción de “condos” de lujo.
Sin embargo, lo que verdaderamente está detrás de todos estos cierres es que el mundo codicia la propiedad en Nueva York. Los millonarios chinos, rusos, mexicanos, venezolanos y europeos continentales están realmente aterrorizados en sus patrias de origen y por supuesto no le fían todo su dinero a sus gobiernos corruptos. Este es el particular caso, en el ejemplo europeo, de no pocos griegos o italianos. El “Upper East Side”, el mejor barrio de Manhattan con diferencia (sí, lo siento, soy un esnob) se está llenando de esta gente. Algunos temen la malvada inflación, otro, el fisco o a políticos hiper socialistas u oligarcas de cualquier tipo que van de “justos” y que quieren “justicia social pal pueblo”.
Ahora, lo que está aumentando el precio de la vivienda en NY no es “el mercado libre” ni las fuerzas del mercado. Si un tipo invierte en un proyecto para comprar un condo de lujo, puede conseguir el visado americano de forma automática, a pesar de que los gobiernos no deberían involucrarse en la venta de visados de forma tan descarada). Además, los mercados de capital global reciben señales esquizofrénicas del gobierno useño. Tipos de interés a cero durante cinco años (me parece OBSCENO); eso significa que nadiie sabe realmente cuánto vale algo realmente en los mercados de finanzas, pero los “ricos” sí saben que la vivienda en Manhattan siempre valdrá algo. A lo mejor se acerca otra burbuja inmobiliaria en Nueva York.
Mientras tanto, un centro para los “sin techo” en el Upper West Side (un barrio de lujo pero para los “nuevos ricos”) expulsará a la mitad de sus residentes.
En resumidas cuentas, efectivamente, Nueva York será una ciudad cada vez más “lujosa”, tipo Miami pero con frío y nieve. No hay otra alternativa a las demandas del mercado internacional y el tipo de consumidor que está poblando la ciudad. Es una ciudada cada vez más sofisticada, segura, cara y “de lujo” para algunos. Este fenómeno se está viendo en todas las capitales globales: París, Londres y en menor medida, Barcelona o Madrid. Sin embargo, Madrid aún tiene mucha población “mixta” en el centro de su ciudad como para poder competir en este sentido con Nueva York o Londres. A Madrid aún le queda un montón de desarrollo en este aspecto.
¿Qué opino de todo esto? Creo que la llegada de estos consumidores “adinerados” es excelente para las ciudades. Cada vez más, se consigue reducir la delincuencia a niveles anecdóticos en los centros urbanos y las “tiendas de lujo” generan empleos. A mí personalmente NO me gustan las cadenas, generalmente hablando, pero ¿alguien de verdad va a defender aquí que era mejor tener en la esquina de tu calle una bodega cara y sucia regentada por traficantes de droga latino-caribeños usando el local como tapadera antes que una cadena abierta las 24 horas, a precios más razonables, con más limpieza y que no atraiga tiroteos todos los fines de semana? Yo lo tengo claro. Quiero barrios limpios, tranquilos. Vale, vale, si prefieres yo lo digo también sin problemas: “estériles”. No, para mí eso no es una crítica como pretendéis cuando empleáis la palabrilla. Para mí estéril es positivo en su sentido médico: Libre de gérmenes patógenos. ¿Prefieres un barrio sucio lleno de traficantes para poder decir que vives en un barrio “interesante”? Probablemente entonces eres de la izquierda. Es broma, tranquilo. Pero no todo es broma. Es más que probable que el que se queje de esto proceso de “gentrification” en las ciudades sea de izquierdas.
Aquí tenéis una interesante página con fotos de cómo era NY antes del proceso capitalista y en qué se está convirtiendo. En particular, celebro la caída y el cierre de MARS BAR, que era uno de los antros más sucios, depravados y ANARQUISTAS de Manhattan. La ironía de todo es que ahora, el local es un BANCO. ¡Qué ironía, anarkoides, qué ironía! ¿Y sabéis por qué es más irónico todavía? Porque esos “vecinos anarquistas” que vivían en el edificio acabaron vendiéndose a los empresarios constructores millonarios por DIEZ DÓLARES. Sí, sí, como lo leen señores. No fue el “malvado multibillonario republicano” Bloomberg el que firmó la sentencia de muerte para Mars Bar, sino vuestra propia gente, anarkas. Los empresarios les ofreciieron poder comprar pisos de lujo a precio de DIEZ DÓLARES con tal de que esos vecinos “de toda la vida” les permitieran derribar el edificio y construir un mega condo de lujo con pinta de super hotel. Y claro, ¿quién en su sano juicio se iba a oponer a eso? ¡Ni los vuestros, oiga! Es que claro, tenían dos opciones: disfrutar de un edificio de lujo con piscina climatizada, bar en la azotea (con servicio completo en verano), portería, seguridad las 24 horas, o vuestro Mars Bar – un antro maloliente, lleno de antisistemas radicalísimos con pelo largo de NYU, rockeros, (New York University, para los que no conocéis la jerga local de las abreviaciones) y en general gente que dice odiar “el lujo” pero que al final se venden a él por DIEZ dólares. Qué humillante debe ser eso para vosotros.
Ahí lo dejo. Ahh, disculpad – se me olvidaba. Este verano estaré en Miami finalmente, impartiendo un curso de verano en Trigonometria para la Universidad de Miami en Coral Gables. Lo digo por si me venis a hacer la visita, estaré en Miami, hablando en español como es habitual allí y comportándome como un colonizador chulesco. El curso es para chicos que habian suspendido la asignatura durante el curso normal y necesitan de un “tipo con pocas ganas de hacer amigos” (tal y como me dijo la entrevistadora por videoconferencia) y el candidato perfecto para eso soy yo. ¿Qué bien, no? Triangulos por la mañana de 9 a 1, luego sesión de “relax parcial” (porque nunca me relajo del todo) en mi casa. Mi distrito es Coral Gables, como ya sabéis algunos lectores que me visitasteis hace una temporada. Tened cuidado conduciendo por Miami, es chungo para los europeos pero la clave es esta: ve muy por encima de la velocidad que marquen los carteles. Se suele conducir a altísimas velocidades y la gente es muy borde en Miami, pero eso lo veo como algo positivo, francamente hablando. La ley de Miami es “para chulo, yo” ¿y a quién se le da mejor eso si no a un madrileño? Cuando se trata de chulería, nadie supera a los que sabemos algo de culturas latinas y mediterráneas.
Saludos